Ibrahimovic ha vuelto a demostrar su facilidad para estar siempre en boca de todos: cuando no es por un golazo, el fin de semana pasado, es por irse a vivir al hotel del vecino y máximo rival, la última entrega de la saga de gracietas que tan en serio protagoniza, .
A Ibra, que aún no tiene casa para vivir junto a su familia en Mánchester, el hotel donde se alojaba a la espera de que la búsqueda dé sus frutos no le ha parecido tan cinco estrellas como dice su categoría. Y seguramente no le falte razón: el Lowry Hotel tiene muchas cosas, pero no una piscina, algo elemental para el delantero sueco, al menos a juzgar por su última maniobra.
La noticia, de por sí llamativa, asciende a la categoría de polémica por su nuevo destino: si el Lowry Hotel es el predilecto del United, el Radisson Blu, su nuevo hogar, lo es para el City.