Almudena Cid: “Me sentía un despojo”
La gimnasta ha dado una entrevista a ‘El País’, con motivo de la presentación de ‘Caminar sin punteras’, en la que ha repasado sus momentos más delicados.
Aparte de toda una campeona de gimnasia, Almudena Cid es también actriz y, ahora, escritora. Y con motivo de la presentación de su libro Caminar sin punteras ha dado una entrevista a El País en la que ha sacado su lado más personal al recordar lo duro de la ruptura de su matrimonio con Christian Gálvez.
“No sufrí tanto por la pérdida del amor, sino por cómo ocurrió. Fue una ruptura sorpresiva, y esa forma de acabar unilateralmente con quince años de vida conjunta, estando construyendo, literalmente, una oficina en nuestra casa, fue como que cayera una bomba. No sabes si te han amputado un brazo, si estás viva o muerta, oyes incluso un pitido. Cuando el polvo empieza a reposar es cuando tomas conciencia de lo que ha sucedido, empiezas el proceso traumático y a poder colocar, antes no sabes qué ha pasado, ni por dónde empezar”, cuenta a Luz Mellado sobre su proceso de duelo.
Un proceso tan duro para ella que tuvo que recurrir a la terapia para tratar de salir adelante. “Yo soy de terapia a muerte. Durante mi carrera deportiva, iba para entender mi mente y sostenerme en la presión de tener que jugármelo todo en 90 segundos. Cuando me retiré, seguí para superar el duelo, la crisis de identidad. Cuando ocurrió mi ruptura necesité ir semanalmente porque estaba destruida, y ya ni siquiera tenía el asidero de la gimnasia. […] He abandonado y me han abandonado novios y amigos. Pero esa ruptura, así, no entraba en mi cabeza, no la contemplaba mi mente. No la entendía”, relata.
Cambio a mejor
Pese a las dificultades, al enganchar la retirada en el deporte con el comienzo de su pareja, Almudena Cid considera que ha hecho la mejor transición que podía con las herramientas de las que disponía, pero que ahora ha dado un cambio a mejor. “Lo que he entendido en este año y medio desde la ruptura es que hice lo que pude con las herramientas que tenía. He podido seguir vinculada al deporte como comentarista, desarrollarme como actriz, como escritora…”, cuenta. “He pegado un gran cambio, a mejor. Después de esta experiencia soy la misma, pero soy otra”, añade.
Antes, sin embargo, considera que se olvidó de ella misma. “Prevalecía lo que tenía que hacer, o cómo me tenía que comportar, o cómo tenía que perdonar y aceptar cosas, antes de pensar en que me estaba perdiendo yo, en que me estaba dejando mi esencia en todo ese proceso”, explica.
Asimismo, recuerda que, tras la ruptura, sintió que todo se había ido con el que fuera su marido. “Cuando todo estalla me quedo sin la admiración del otro y con la sensación de que todo se había ido con él. […] En el deporte mi persona quedaba en un segundo o tercer plano, a favor del objetivo que querías lograr. Necesitas que te admiren, aunque tú sientas que no vales nada. El final de mi carrera coincidió con el comienzo de mi pareja. Sentía que él me admiraba. Que tenía que hacerme merecer su amor. Ahora lo pienso y digo, ostras, no se puede vivir de esta manera. Cuando todo estalla me quedo sin la admiración del otro y con la sensación de que todo se había ido con él. Me sentía un despojo. Se me olvidaron mis diplomas, mis libros, mis actuaciones. Igual que cuando tenía 12 años y creía que era una mierda y luego, con los años, he visto que era sensacional, entonces pensé que era una inútil, una fracasada. Ahora sé que no. Pero de eso me he dado cuenta cuando he remontado”.
Falta de madurez en las relaciones de pareja
Asimismo, la gimnasta reconoce que no se ha tratado bien a sí misma. “Digamos que como deportista pude madurar en muchos aspectos de mi vida, pero no tuve tiempo para madurar en las relaciones personales y de pareja. Y he repetido un patrón desde el primer novio que tuve largo, de cuatro años, que coincide, exactamente, con el de mi última pareja”. Un patrón que por respeto no desarrolla en la entrevista.
“Tengo el umbral del dolor altísimo. Me he dado tantos golpes, he tenido tantos moratones, tantas heridas. He competido con el menisco y el corazón roto. Entonces, estaba orgullosa, porque eso era síntoma de esfuerzo, de sacrificio, de trabajo. En el deporte tienes que jugar entre esos límites, pero no excederte para poder seguir compitiendo, y eso es muy peligroso”, explica sobre el dolor el físico, que también aguanta en el plano personal. “Trasladas esa falsa idea de que una tiene que aguantar todo, creyendo que luego hay un premio, un objetivo, la medalla, el podio. Y es un error. ¿Sabes la fábula de la gallina y el cerdo que quieren poner un restaurante, y la gallina pone los huevos y el cerdo, el bacon? El sacrificio no es el mismo. Yo me he sacrificado mucho”.
Estado actual
Sobre cómo se encuentra ahora, responde que estable. “Se me ha pasado la amnesia. Tengo mucha información de mí, y ahora tengo la responsabilidad de escucharme, de prestarme atención, de respetarme. Un día, tumbada bocarriba en la cama, tuve una revelación. Me vi allí, sola, tristísima, todo se había desmoronado, pero, como ya no tenía nada, podía decidir qué hacer ese día, y el resto de los días. Sobre ese instante revelador se fue construyendo todo. Vas juntando instantes, señales de que estás mejor, y vas saliendo de la rueda”.
Asimismo, no quiere callar más. “Aunque me preocupe que pueda explotar, porque creo que una decide no dar esos pasos porque sabe que eso va a generar un conflicto, y te frenas. Crees que vas a generar una situación que signifique un antes y un después, y sigues sacrificándote, y no te escuchas. Ahora entiendo la vida como cambiante. Todas esas cosas de que todo es para siempre y esas frases de ‘este es el amor de tu vida’, de ‘no me falles nunca’, y esas cosas. Yo lo que quiero es una buena convivencia, un buen entendimiento, un poder hablarlo todo, una buena comunicación. Si estás mal, preguntar por qué, ponerlo en común. Ahora quiero comunicación y tranquilidad”.