EL HORMIGUERO

El doctor Pedro Cavadas confiesa la solución que halló cuando su serpiente devoraba su dedo

El famoso cirujano que predijo el peligro del coronavirus ha asistido a 'El Hormiguero' con el dedo vendado tras su grave accidente doméstico.

El doctor Pedro Cavadas confiesa la solución que halló cuando su serpiente devoraba su dedo

El doctor Pedro Cavadas ha visitado el plató de 'El Hormiguero' después de que se viera obligado a cancelar la cita que tenía para el pasado mes de febrero. En aquella ocasión, la muerte de uno de los pacientes a los que había operado, supuso un varapalo demasiado fuerte para él como para acudir al programa de Pablo Motos. Por aquel entonces ya había vaticinado los desastres del coronavirus, aunque muchos le tildaron de alarmista y de difundir bulos, pero su predicción es ya una realidad y ha sido aclamado en las redes sociales.

Sin embargo, el cirujano es un hombre peculiar, casi excéntrico, y su primera intervención en el programa así lo atestigua. Y es que Pedro ha llegado con el dedo vendado por un pequeño accidente: "Seguramente la gente que te haya visto el dedo pensará que te lo has hecho con un bisturí, pero no ha sido con un bisturí", anunciaba Motos invitándole a confesar lo que realmente había ocurrido.

"No, ha sido un accidente doméstico: me ha mordido mi serpiente. Una situación divertidísima. Tengo una pitón que empieza ya a ser un poco grande para manejarla, tres metros tiene. La tengo en la consulta y da mucho juego para los chiquillos", comenzó explicando ante la atenta mirada del presentador.

"Ayer a mediodía, como iba con prisa y le tocaba merendar, fui a echarle la rata y ¡Pam! Me pega un mordisco en el dedo, se me enrolla y, claro, cuanto más estiras más aprieta", continuó. "Digo: 'Voy a cogerla, a ver si apretándole la cabeza un poquito sin hacerle demasiado daño me suelta'. Pero nada, me coge la otra mano y allí me quedé, con las manos enrolladas y rodeado de serpiente por todos lados, todo lleno de sangre", añadió.

En ese instante entró su secretaria, pero la solución que propuso no fue del agrado de Cavadas. Ella quería cortarla con un cuchillo, pero el doctor entendía que ella no tenía la culpa y que tampoco iba a ser sencillo atravesarla, así que optó por un truco aún más extraño: "Al final se me ocurrió un truco que es morderle a la serpiente. Porque hay veces que cuando cogen mal a la presa, si muerden a la serpiente esta la suelta. Me estaba haciendo daño, entonces dije: 'Bueno, vamos a mordernos y a ver quién se cansa antes'. Y después de un buen rato mordiéndonos, soltó con ganas de más. Abrió la boca, conseguí sacar el dedo, busqué el ratón, se lo merendó tan feliz, me dejó el dedo como una morcilla y hasta hoy", concluyó con orgullo en el rostro.

Pedro Cavadas es el 'Doctor Milagro'

Pablo Motos le ha presentado como el 'Doctor Milagro' porque su especialidad son los casos que expertos en medicina han dado por perdidos. Entre sus hitos se encuentra el primer trasplante de cara de España y el primero del mundo incluyendo también la lengua y la mandíbula, o hacer que un hombre asturiano consiguiera caminar: "Era un paciente que no había caminado nunca y tú lo pones a caminar, es casi bíblico. Pero no era parapléjico, era un paciente con otro tipo de problemas mecánicos y era cuestión de redistribuir lo que tenía", confesó con naturalidad.

Según él, esta no era la operación más complicada que ha realizado ni de lejos, pues en su día a día tiene intervenciones más largas y más difíciles, "pero no son noticia". Él, sin embargo, no intenta batir récords ni buscar siempre la cirugía más llamativa: "No se trata de batir el récord de complejidad, se trata de ser útil", declara.

Aún así, el estrés en su trabajo radica en la exposición ante los medios y en las dificultades posteriores a las intervenciones, pues su trabajo con el paciente no termina hasta que finaliza el tratamiento. Un daño especial le hizo el caso de Emmanuel, el niño congoleño al que operó de un fibroma osificante gigante de base de cráneo y que murió en el vuelo de regreso a África. "El chaval estaba como dios, todos contentos. Lo despides en el aeropuerto y reúnes al equipo y piensas que has hecho algo bueno de verdad. Pero de golpe recibí una llamada que Emmanuel había comenzado a sangrar en el avión y falleció. Sigo sin saber lo que pasó. Incluso haciendo las cosas todo lo bien que sabes, a veces no salen como quieres", lamentó. "Un caso de dificultad de 0 a 10... ¡un 26! Fue un caso difícil de cojones".