El sold-out que desafió a la lluvia para ver bailar mujeres de verde
25.000 personas volvieron a despedir el verano en Madrid con este festival que ya es un clásico. Su organización, de diez. Sus cabezas de cartel, imponentes.
Son las 23:27 de la noche y nada puede contar mejor que es el Dcode que esa imagen. Emma salta cantando mientras en el escenario #2 Izal se despide con El Pozo. Emma es una niña. La foto, quizá, sólo la vio su madre pero cuenta perfecto la esencia de este festival que despide cada año el verano en Madrid y que ya tiene alma de clásico. Comenzó con lluvia, esa que caía dispersa y leve mientras La Maravillosa Orquesta Del Alcohol (La M.O.D.A) y Sidonie abrían la puerta con sus actuaciones. Unos a las 12:15, los primeros. Otros a las 14:55, escenario #3 y sus Carreteras infinitas. Cumplen 20 años rodando sobre ellas: siguen sonando igual de bien que ayer.
En ese momento miles de personas ya llenaban el festival que aquí mezclaba su parte dedicada a los niños (con talleres, cursos, un escenario para ellos y cascos gigantes para proteger sus oídos de los sonidos demasiado altos). En ese momento, Emma ya estaba allí, pintando una guitarra de cartón mientras de fondo, en los altavoces del parque infantil, situado entre las propuestas de comida, sonaba Paul McCartney; crecerá siendo Dcoder, de ahí la esencia de este festival, que abona. El sábado aguantaría hasta Izal, uno de los cabeza de cartel. Estuvo a la altura de Imagine Dragons y de Bastille, imponentes, como el resto de los grupos.