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Leylah Fernandez y el ascenso del tenis canadiense

La estrella en el primer triunfo del país norteamericano en la BJKC explica las claves de su éxito y de la creciente popularidad de este deporte en su país.

Sevilla
Leylah Fernandez y el ascenso del tenis canadiense
MARCELO DEL POZOREUTERS

Cuando Tennis Canada, la Federación del país norteamericano, publicó el pasado julio su plan estratégico para el ciclo 2023-2027, hablaba de subir el listón competitivo, y citaba a Leylah Fernandez, especialmente por su sorprendente US Open 2021, en el que batió a tres cabezas de serie camino a una final en la que nadie la esperaba, como una de las referencias necesarias en esa intención de consolidarse entre los mejores.

Ni cuatro meses después de aquello, se han cumplido ambas premisas en un nuevo éxito del tenis canadiense. Su selección femenina ganó este domingo la Billie Jean King Cup y Leylah Fernandez fue clave en su conquista, con cinco victorias en otros tantos partidos disputados. A día de este lunes, y como mínimo hasta el próximo 26, cuando se coronará un nuevo campeón de la Davis, Canadá será simultáneamente campeona del mundo masculina y femenina.

El crecimiento del tenis en la mitad superior de Norteamérica, que hasta el año pasado no tenía un solo título internacional, y apenas había disputado una final (tampoco ningún campeón de Grand Slam hasta que Bianca Andreescu ganó el US Open en 2019), es un hecho. Eugenie Bouchard, que debutó con la selección en 2011, cuando no era lo que es hoy, valoró antes del comienzo de las Finales ese ascenso. “Diría que ahora mismo es el segundo deporte en popularidad tras el hockey hielo (una religión allí). Nada podrá desbancar al hockey, pero al menos somos los segundos. Escucho muchas historias de campus veraniegos y clubes llenos de gente jugando. Una semana estaba tratando de entrenar en Montreal y no pude conseguir pista en todo el fin de semana. Es una locura”.

Según un informe publicado por la federación nacional en 2019, el último año del que ofrece datos, 6,5 millones de los algo más de 38 que viven en el país juegan al tenis de forma esporádica o recurrente, además con cifras muy equilibradas de hombres (56%) y mujeres (44%). Eso se traduce en dos jugadoras en el top-100 de la WTA (Leylah y Andreescu, a las que si nada se tuerce pronto acompañará Stakusic visto lo visto en Sevilla) y otros dos en el de la ATP contando a Shapovalov, al que han sacado de ese grupo los problemas físicos que le han tenido fuera de pista desde Wimbledon. Si miran las listas de hace veinte años a estas alturas de temporada, no encontrarán ni uno. Milos Raonic, Vasek Pospisil o Maureen Drake o Heidi El Tabakh, ahora capitana de la selección femenina, abrieron un camino que ahora explotan muchos y muchas.

Cifras que seguramente hayan aumentado al calor de los éxitos de los equipos nacionales. “Va a ser bien difícil llegar a ser primeros, porque el hockey siempre ha sido el número uno. Pero el tenis ahí está, es un buen deporte para niños y niñas y el mundo ahora ve que tenemos muchos buenos jugadores y jugadoras y ganamos títulos. Finalmente podemos decir que Canadá es uno de los países con los que hay que tener cuidado”, apunta Leylah Fernandez a este diario en La Cartuja de Sevilla, aún con el trofeo de campeona de la BJKC en las manos.

Leylah es un ejemplo viviente de mestizaje en un país que, como sus vecinos Estados Unidos, nació de la inmigración. Quizá en ello resida parte de su éxito, porque la mayoría de apellidos protagonistas en los títulos de Davis y BJKC (Shapovalov, Auger-Aliassime, Pospisil, Fernandez, Dabrowski, Stakusic....) no pertenecen precisamente a la tradición francófona o anglosajona. Leylah cree que la mezcla (su padre es ecuatoriano y su madre nació en Canadá pero tiene origen filipino) le ha ayudado en su hasta ahora corta carrera: “Es una suerte. Canadá es muy internacional, y da la oportunidad a gente como mis padres y abuelos de tener una vida allí. Mis padres me enseñan muchos valores de sus familias, que son luchadores, trabajadores, muy fuertes mentalmente. Eso me da mucha confianza en la pista de tenis”.

Tras presentarse al mundo en el citado US Open de 2021, su carrera ha atravesado altibajos, alcanzando un nuevo pico en este tramo final de un 2023 en el que luce 39 victorias en 53 partidos y un título, el de Hong Kong. “Así es una carrera de tenis. Estoy muy contenta con mi ética de trabajo, eso no ha cambiado. Y por supuesto he aprendido mucho de mí misma como persona y como atleta. Los últimos tres meses he sacado mi mejor tenis. Estoy recuperando el amor por este deporte y he podido demostrarlo en un gran escenario”, explica.

“Simplemente he seguido trabajando duro, esperando que las cosas llegaran solas. A lo largo del verano, sin prisa pero sin pausa, fui encontrando mi juego, ganando confianza. Todo tuvo recompensa en Hong Kong, y la oportunidad de poder representar a mi país y estas increíbles mujeres me ha inspirado para alcanzar mi mejor nivel. Eso me da mucha confianza para la pretemporada y la próxima temporada”, completa. Un punto de inflexión en sus Finales fue la victoria contra Sara Sorribes en la primera eliminatoria, ante España, una maratón en la que invirtió más de tres horas y dos tie-breaks. “Ese partido era muy importante, para el equipo y para mí. La última vez que jugué contra Sara me ganó, y tenía eso en mente. Fue difícil. Sara nunca lo hace fácil, pero estoy muy contenta de cómo luché y gané para el equipo. Me dio mucha confianza para el resto de partidos. Si hubiera perdido no sé cómo habría reaccionado”, cuenta. Por suerte para ella, no ocurrió, y lo que vino después ya es historia del tenis canadiense, una nueva potencia mundial.

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