Sangre, sudor y Djokovic
El balear gana a Auger-Aliassime en su tercer partido a cinco sets en 18 Roland Garros y se enfrentará en cuartos al serbio por 59ª vez.
Como el Real Madrid, que ganó la Champions League el sábado sin jugar mejor que el Liverpool, Rafa Nadal hizo de Courtois y prevaleció ante Felix Auger-Aliassime por el peso histórico de su figura, por ese intangible que le hace superar adversidades a pesar de no controlar el partido la mayor parte del tiempo, algo que le sucede en contadas ocasiones. El balear mantiene a sus casi 36 años un aura que deslumbra a la mayoría de sus rivales, hagan lo que hagan. Por eso, entre otras muchas cosas, ha ganado 109 partidos y perdido sólo tres en Roland Garros. Y así pudo este domingo con el canadiense de 21 y 9º del mundo en el tercer partido resuelto en cinco sets que ha tenido que disputar en sus 18 participaciones en el torneo francés: 3-6, 6-3, 6-2, 2-6 y 6-3 en cuatro horas y 21 minutos.
Se esperaba una dura oposición por parte de Auger-Aliassime, pero el de Montreal superó las expectativas sin los consejos de su asesor, el tío y exentrenador de su rival, Toni Nadal, que en su momento aclaró que no intervendría en ningún caso antes ni durante un enfrentamiento entre Felix y su sobrino. El técnico se sentó a ver tranquilamente el partido en el palco de honor de la Philippe Chatrier, junto al presidente de la Federación Francesa de Tenis, Gilles Moretton, y el exjugador Mansour Bahrami. "No puede desear que pierda, quiere lo mejor para mí", había dicho Nadal después de ganar al neerlandés Van de Zandschulp. El caso es que Auger-Aliassime le puso el partido cuesta arriba desde el minuto 1. Con un doble quiebre se apuntó un primer set en el que titán de Manacor parecía moverse sin energía, con golpes que se quedaban a mitad de pista. La bola no le corría nada ni la sentía como de costumbre en su jardín de polvo de ladrillo. Su desempeñó hizo pensar en un desenlace fatal.
Crecimiento y valor
Pero Rafa creció después de sacar adelante el tercer juego de la segunda manga. A partir de ahí, casi no sufrió con su servicio y mantuvo esa tendencia para adelantarse en el tercer parcial, gracias a unas defensas brillantes que provocaron el error de su oponente en un remate fácil que le costó un nuevo quiebre. Parecía posible que Nadal cerrara el triunfo en cuatro parciales. Sin embargo, Auger-Aliassime se insurgió. No se dejó amedrentar por lo mal que pintaba para él el encuentro y en una secuencia de break, contrabreak y break niveló el marcador.
El quinto set fue tenso. Los saques abiertos del canadiense le complicaron la vida al español, que salió a por todas al resto con 4-3 a su favor. Ahí hizo fuerza con la cadera para que sus hercúleos brazos pudieran desplazar con más velocidad y mordiente la bola ("Estoy orgulloso de la actitud al final, cuando he sido agresivo", se congratuló). En su contrincante asomó esa vena perdedora que le ha hecho caer en nueve de las diez finales que ha disputado. Un pasante y un revés agónico a una mano para llegar a una volea de Felix le dieron al ganador de 21 Slams la gasolina que necesitaba para salvar una situación en la que sólo se había encontrado otras dos veces en su evento preferido. Y como su Madrid, al que había animado en el Stade de France, salió airoso. Y lo mejor es que, físicamente, su rendimiento no despertó dudas.