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MASTERS 1.000 | MONTECARLO

Davidovich cae con orgullo

El español de 22 años, debutante en una final, pierde en dos sets frente a Tsitsipas, que repite título. Mañana, subirá al puesto 27º del ranking.

Davidovich cae con orgullo
VALERY HACHEAFP

La lógica, el ranking y la experiencia se impusieron en la final del Masters 1.000 de Montecarlo. Alejandro Davidovich no pudo poner la guinda a su fantástica semana en el Principado y perdió frente a Stefanos Tsitsipas por 6-3 y 7-6 (3) en 1h:36. Así, el griego revalidó el título de campeón, el octavo de su carrera. Y el español se reivindicó como un aspirante a pelear por grandes torneos. De momento, asciende desde el puesto 46º del ranking ATP al 27º, el mejor de su carrera.

El malagueño de El Rincón de la Victoria tiene sólo un año menos (22) que el heleno, pero este, uno de los talentos destinados a relevar al Big-Three, salió a la pista con el poso que da haber sido ya finalista en un Grand Slam (Roland Garros 2021). Con el marchamo que da proclamarse 'maestro' en las ATP Finals de 2019, en las que se coronó con sólo 21 años. El escenario de Montecarlo impone, y Davidovich, que jugaba por primera vez por un título, no logró mantener el nivel durante todo el partido en un torneo en el que venía de ganar al número uno, Novak Djokovic; al reputado terrícola David Goffin; al campeón de Indian Wells, Taylor Fritz, y a otro 'maestro' ATP como Grigor Dimitrov. Sus baches quedaron retratados por los 18 golpes ganadores frente a 29 errores no forzados por los 17/18 del campeón, que demostró más equilibrio. 

El partido comenzó bien para Davidovich, con un break en el tercer juego. El esquema pasaba por martillear, como ya hizo con Dimitrov, el revés a una mano del griego. Pero este, más alto (1,93 cm) fue capaz de devolver mejor las bolas altas que ponía en juego el rubio malagueño. Tsitsipas enseguida logró el contrabreak y desde el 4-3 encadenó cinco juegos hasta el 2-0 del segundo parcial. Todo parecía entonces encaminarse a un desenlace demasiado rápido...

Entonces Davidovich, que lleva tatuada la ola de un tsunami en su brazo izquierdo, despertó. "¡Foki, Foki!" (Fokina es su apellido materno), comenzó a corear el público de la pista Rainiero III, que no quería presenciar ya un cierre. Y el español les correspondió con un break. Se animó. Volvió a creer en sus posibilidades. Sacó puntos con garra, potencia y profundidad. También estupendas dejadas, uno de sus sellos. Pero llegó otra rotura para el griego, que de repente tembló como hizo ante Diego Schwartzman en cuartos cuando sacaba para ganar entregando al debutante en una final la oportunidad del tie-break y de una tercera manga. Pero el desempate ya no se le escapó y lo celebró liberado, restregándose sobre la tierra. 

Davidovich, en un torneo sin el lesionado Rafa Nadal y con Carlos Alcaraz eliminado a las primeras de cambio, acabó gritando que hay que contar también con él. Que a partir de ahora está listo para pelear por lo que sea. "Estas finales yo antes las veía por televisión", recordó el español, que triunfó como júnior en Wimbledon 2017, con el trofeo de subcampeón en las manos. Hoy, ya fue protagonista de la de uno de los torneos más grandes. Y cayó con orgullo.