Carlos Alcaraz, de El Palmar al US Open pasando por Villena
El éxito del murciano de 18 años empezó a fraguarse en la Real Sociedad Club de Campo Murcia y continúa en la Academia Equelite, donde se prepara con Ferrero.
Este viernes, los aficionados al tenis que aún no habían reparado en la figura de Carlos Alcaraz, alucinaron con el murciano de 18 años, que ganó al número tres del mundo, Stefanos Tsitsipas, en la tercera ronda del US Open. Fue en un partidazo de cuatro horas, resuelto en cinco sets y en la cancha de tenis más grande del mundo, la Arthur Ashe, delante de 22.000 espectadores y de millones por televisión. Pero la historia del éxito de Charly comenzó mucho antes en su localidad natal, El Palmar, concretamente en la Real Sociedad Club de Campo Murcia, donde su padre, Carlos, que había sido jugador, dirigía la escuela de tenis.
Allí llevó a su hijo con cuatro años. “Todos los días tenía el mismo problema a la hora de irnos a casa, que no quería y me las veía y me las deseaba para sacarlo de club", recordó en un artículo publicado por La Opinión de Murcia. Años después, en 2016, Alcaraz fue el mejor infantil de España y segundo del ranking internacional, cuando participó en el torneo de Tarbes, una especie de Roland Garros de la categoría por el que en su día pasaron Juan Carlos Ferrero y Rafa Nadal; en 2017, quedó subcampeón nacional, y en verano participó con España en el ITF World Junior Tennis Finals, el Mundial infantil donde la Selección fue subcampeona, y fue campeón de Europa, en la final ante Rusia disputada en Murcia. Por aquel entonces le entraba Kiko Navarro Lorca. Todo esto lo contó AS cuando el chico apareció en el U14 Invitational de Lacoste, un Mini Masters que se celebró en Londres al mismo tiempo que las ATP Finals. Allí, su ídolo, Rafa Nadal, se retiró por lesión después de perder contra David Goffin y él ganó el torneo. "Me llamo Carlos Alcaraz, tengo 14 años, vengo de Murcia y voy a jugar el torneo ATP Finals Sub-14", dijo a este diario. “Me compré una raqueta y empecé a darle al frontón. A raíz de eso comencé a jugar en pista y a dar clases, y aquí estoy ahora", contaba con naturalidad.
"Siempre me fijaba en Rafa (Nadal), porque el estilo de juego que tiene y su carácter no lo iguala nadie. Es uno de los mejores deportistas, por no decir el mejor de la historia, por todo lo que ha hecho y lo que hace. Es mi ejemplo a seguir. Le he visto en algún torneo y me he hecho alguna foto con él, pero no hemos hablado y me gustaría", decía por aquel entonces Carlos, que no imaginaba que algún día pelotearía con él y que incluso se enfrentarían en el Mutua Madrid Open de 2021. Aquella fue la primera vez que Alcaraz destacó de verdad. Después vinieron sus logros de precocidad, los torneos ITF, los Challengers y su salto al circuito ATP. Y antes, la Copa Davis júnior, torneo que ganó en 2018 junto con Mario González y Pablo Llamas, campeón de la Orange Bowl.
A la élite con Ferrero
En aquella época alternaba entrenamientos en su club y en la Academia JC Ferrero Equelite, a las órdenes del ex número uno y ganador de Roland Garros, que le había echado el ojo y se convirtió en su entrenador. “Le veo mucha proyección. Tiene un tenis dinámico. Juega diferente al estilo español. No tan atrás, le gusta estar encima de la línea, arriesgar. ¿Si llegará alto? No me gusta ponerle números que le den una presión añadida. Pero creo que va ser un tenista de muy alto nivel”, pronosticaba con prudencia Ferrero. “Es un orgullo representar a España y darle la Copa. Pero no creo que esto te haga ser profesional, aunque te apoyen más, eso solo lo otorga el trabajo del día a día”, explicaba el chaval, que tenía “una ilusión enorme y ganas de hacerlo bien” de la mano de Juanki, que le parecía “genial”.
El hecho es que Ferrero y su fiel entrenador y abuelo adoptivo de sus hijos Antonio Martínez Cascales, se convirtieron en una especie de segundos padres para él en Villena, donde está Equelite. Allí, más tarde le arropó también su ‘hermano mayor’, Pablo Carreño, que se unió a la familia. Alcaraz pasa mucho tiempo en la residencia, en una cabaña con las comodidades justas, entrenándose duro y moldeando su físico, uno de los aspectos en los que más ha mejorado, sobre todo durante el confinamiento del año pasado. En Alicante se quedó encerrado el muchacho, bien cuidado y trabajando. Poco antes, había ganado su primer partido ATP en Río de Janeiro, contra Albert Ramos. "Necesitaba un cambio de fuerza porque iba a jugar ya contra gente hecha físicamente. Lo tuvo tras dos meses de duros entrenamientos y creció bastante (1,85)". Eso le ayudó a sacar mejor. "Lo necesitaba para confiar y entrar más en pista en momentos importantes", contó Ferrero a AS. Para preparar su mentalidad, había empezado a trabajar con una psicóloga, para “controlar mejor sus emociones”.
Antes de llegar a Nueva York hace unos días, había sido campeón en Umag, como cabeza de serie, y ganado partidos contra rivales de peso, aunque ninguno como Tsitsipas, en el partido que marcará un antes y un después en su carrera. Si nada se tuerce, y no lo parece, el chico ha llegado a la élite para quedarse, y es agradecido: “Cuando me eché al suelo, pensé en mi familia y mis amigos, en otras personas que me estaban apoyando desde Murcia. Todo mi equipo también me apoyaba en la Academia. Pensé en cada persona que ayudó en Murcia desde el principio de esta historia cuando era un niño”.