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Carlos Ramos, el árbitro que castigó a Serena Williams: "No existe el arbitraje a la carta"

El juez de silla portugués habló para el diario Expresso para dar su punto de vista sobre la polémica surgida en la final femenina del US Open y las protestas de Serena Williams hacia él.

El juez de silla portugués Carlos Ramos dirige la final femenina del US Open entre la estadounidense Serena Williams y la japonesa Naomi Osaka.
El juez de silla portugués Carlos Ramos dirige la final femenina del US Open entre la estadounidense Serena Williams y la japonesa Naomi Osaka.JULIAN FINNEYAFP

El juez de silla Carlos Ramos rompió su silencio tras ser protagonista inesperado en la final femenina del US Open, en la que la japonesa Naomi Osaka superó a la estadounidense Serena Williams, quien criticó con dureza al árbitro portugués durante el partido al que llamó "ladrón y mentiroso" y del que en rueda de prensa dijo que el hecho de que le quitase un juego "fue sexista".

En una tribuna abierta en el diario portugués Expresso, el periodista Miguel Seabra comentó que había hablado con Ramos, al que conoce desde hace casi 30 años cuando empezó en el mundo del arbitraje y con el que suele coincidir en algunas retransmisiones de tenis. Ramos le confesó a Seabra que había recibido cientos de mensajes de apoyo por parte de familiares, amigos y tenistas del circuito y que ha leído artículos "equilibrados" sobre el asunto.

El juez de silla comentó que el día siguiente del encuentro no salió a la calle para evitar situaciones complicadas aunque dijo sentirse tranquilo tras lo sucedido. "Estoy bien, teniendo en cuenta las circunstancias. Es una situación molesta, pero el arbitraje 'a la carta' no existe. ¡No estés preocupado por mí!", le dijo al periodista.

Mientras que algunos jueces de silla estudian no dirigir más partidos de Serena Williams tras sus feroces críticas, Ramos volverá a subirse a una silla este fin de semana para arbitrar partidos. Lo hará en las semifinales de Copa Davis entre Croacia y Estados Unidos que se disputarán en Zadar (Croacia), donde espera tener un ambiente menos hostil que el sufrido en la pista Arthur Ashe el pasado sábado.