Nadal sufre de nuevo y llega al muro de Fognini
El balear tuvo que remontar de nuevo un set ante Martin Klizan.

Atascado por el diluvio del jueves, Rafael Nadal se enfrenta hoy (Pista Chatrier, hacia las 15:00 horas) a una segunda trampa consecutiva. En plena travesía por la jungla de emboscadas que le han deparado la lluvia, la programación y los programadores de Roland Garros, al heptacampeón Nadal le toca percutir contra Fabio Fognini, el excitante muro móvil de San Remo: viene otra batalla de atrición para Nadal, una más, apenas 24 horas después de cerrar el combate a cuatro sets con el eslovaco Klizan en una Pista Lenglen que más parecía la Pista Central de Novosibirsk, en Siberia Occidental.
A mediodía, la sensación térmica en la neblinosa y rojiza estepa de la Lenglen bajaba claramente de los 12 grados que señalaba el termómetro: hay muchos días mejores en el diciembre madrileño. Como paralizado por la inactividad de tres jornadas, Nadal dejó escapar el primer set ante el zurdo Klizan con una sola bola de break: surgió el hecho insólito de ver cómo Nadal perdía dos sets de apertura en cada una de las dos rondas iniciales de Roland Garros. Rafa aparecía desprovisto de pegada, con poca lateralidad y con primeros servicios entre 152 y 165 km/h: los segundos entre 125 y 135. Klizan ametrallaba los restos a placer con tiros planos y dictaba a placer: 4-6 para el eslovaco en el primer set.
Sin más remedio, Nadal subió la intensidad, empezó a sudar (a echar humo, más bien)… y se coló por el hueco que le ofreció la sorpresa del atónito Klizan, número 35 del mundo y ganador de siete partidos en 2013. Rafa escapó hasta 4-0 en el segundo set, que firmó con 6-3, alargó los tiros de derecha y revés en el tercero y, con cuatro servicios hacia el revés de Klizan, conservó un servicio crucial con 3-2 y 15-40. El 6-3 de esa tercera manga ya dejaba sin opciones al eslovaco. En otro arreón de Nadal, que sumó cinco saques directos con un 74% de puntos ganados con los primeros, el marcador brincó hasta 5-1 en el cuarto set. Aún, Klizan rescató dos juegos... pero el zurdo de Bratislava ya se enfrentaba a un abismo insalvable. No lo salvó, claro.
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Pronto, Nadal cargó contra los desaciertos de programación y programadores que regalaron un buen descanso a Fognini mientras él, Rafa, echaba humo en la estepa de la Lenglen. No le falta razón a Nadal, pero, como le pasó cuando le cerraron el techo de la Central de Wimbledon en la célebre tarde de Rosol, uno diría que esas cosas hay que verlas venir. Quizá sea mejor impedir la hemorragia antes de tener que taponarla.
Jungla. Probablemente, y por un número de razones, Nadal no sea tan bien tratado en las salas de máquinas de los grandes torneos como el ladino Djokovic o el majestuoso Federer. Pero Nadal, el hombre capaz de solucionar tantas situaciones en la pista, punto a punto y golpe por golpe… debería tener claro los mecanismos a activar para no verse perdido en esa jungla. De momento, hoy le llega a Rafa el segundo partido en 24 horas: Fognini, ese muro móvil. Otra trampa en la Chatrier.
