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‘Zaragozana’ en La Cerámica

Una reacción formidable del Real Zaragoza le permitió ganar en el descuento un partido que tenía perdido al descanso en La Cerámica. La salida providencial de Iván Azón, siempre al rescate, unida a la posterior de Puche y al acierto del bigoleador Mollejo revivieron primero y propulsaron después al equipo, que, empujado por el aliento incansable de sus más de seiscientos seguidores, obtuvo una victoria de enorme valor anímico frente al filial del Villarreal. Del 2-0 se pasó al 2-3, emulando a las célebres ‘zaragozanas’ del guiñote, el juego de cartas aragonés por antonomasia.

Fran Escribá levantó el muerto que le dejó Carcedo, pero su efecto se estaba diluyendo, porque la plantilla que ‘armó’ el desventurado Torrecilla tiene una montaña de carencias. Ya lo advirtió el propio técnico en la víspera: “Si no competimos al máximo, no nos da”. Y hay que añadir que en muchos casos, ni eso.

Escribá, y eso hay que apuntárselo a su debe, apostó por Gueye, cuyo fichaje se hace cada día más incomprensible, lo mismo que su permanencia en el equipo para relevar al lesionado Giuliano, y el senegalés, un día más, no le devolvió un ápice de su confianza. También recuperó a Fuentes para el lateral zurdo en detrimento de Nieto y las novedades en el once del Zaragoza se completaron con el retorno de Francés al eje de la zaga una vez cumplida su sanción federativa.

Después de un par de sustos del Villarreal B, con una salida en falso incluida de Cristian Álvarez, el Zaragoza pareció cogerle el aire al partido y tuvo el 0-1 a su alcance en un cabezazo en plancha de Mollejo desde el punto de penalti que salvó con una intervención felina el portero, como también atajó el inmediato rechace a bocajarro de Gueye, una versión futbolística del torero El Platanito, el de las oportunidades sin cuenta, pese a sus continuados fracasos. Pero apenas siete minutos después, en el 27′, un saque de banda muy mal defendido, por desatención colectiva y blandura, lo acabó rematando en semifallo a la red Carlo. El gol descolocó al Zaragoza, otra vez falto de intención y de sorpresa, y le permitió al filial amarillo explotar con comodidad al contragolpe sus virtudes técnicas. Y en una jugada de tiralíneas entre Lozano y Fer Niño llegó a el 2-0 a cinco minutos del descanso. Un gran gol y una losa casi definitiva para el equipo aragonés.

Con todo perdido, Escribá retiró en el descanso a los ‘ausentes’ Eugeni y Gueye y dio entrada a Vada y a Iván Azón, que apenas tardó seis minutos en ponerle firma al partido con una finalización certera sobre la salida de Iker Álvarez. El 2-1 resucitó al Zaragoza, que puso coto a la portería del Villarreal B en busca del empate. La salida de Puche, cuya suplencia también cuesta entender en beneficio de Larrazábal, resultó definitiva para el 2-2, al servirle la igualada en bandeja a Mollejo. Pero el Zaragoza no se conformó con un punto y su insistencia y su fe le dieron el triunfo en el descuento, culminando una gran remontada con un segundo gol de Mollejo.