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Y de repente, la Davis

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La Davis de Piqué ya no es la Davis de Piqué, pero el formato se mantiene. Y también las críticas. Stan Wawrinka cargó este martes contra el exfutbolista por el vacío de las gradas de Mánchester para el Francia-Suiza, una de las cuatro sedes que acogen esta semana la fase clasificatoria para las Finales de Málaga. Otro de esos grupos se litiga en Valencia, donde el Serbia-Corea tampoco tuvo mucho gancho. Se espera, eso sí, que La Fonteta reviente para apoyar a España, que se estrena este miércoles ante la República Checa, con un debutante de lujo en el banquillo: David Ferrer. Novato como capitán, pero experto en la Copa Davis, donde ganó como jugador 28 de sus 33 partidos y conquistó tres Ensaladeras. No tendrá un camino sencillo por el reguero de bajas del equipo, pero un arma que exprimirá será precisamente el público. Es cierto que la magia de la Davis, en el modelo anterior, estaba en la afición. Ahí lleva razón Wawrinka.

El cambio de Piqué se produjo con las mejores intenciones. La competición necesitaba un impulso, sobre todo porque las principales raquetas renunciaban a sus países. Pero lo más irónico es que eso tampoco se ha solucionado ahora. España se jugará estos días el futuro sin su líder actual, Carlos Alcaraz, que ha acabado tocado el US Open. También hay que entenderlo. Hace unos días luchaba por un Grand Slam en Nueva York, tras una exigente gira por Norteamérica… y, de repente, se topa con la Davis, insertada en un saturado calendario. El caso raro es Novak Djokovic, que tras sumar su 24º grande ha viajado a Valencia. Eso sí, el primer duelo se lo ha perdido y ya veremos cuántos juega. La ausencia de Carlitos eleva como número uno a Alejandro Davidovich, que ha crecido mucho, y dará galones a Bernabé Zapata. Dos tenistas que deben eclosionar en la Davis. Con Ferrer al mando y con el público valenciano, será más fácil.