Y ahora gana al líder de Europa
Ahora que el Real Madrid visita Kaunas en la Euroliga, me ha venido a la cabeza que este mismo rival, el Zalgiris, envió al equipo blanco al fondo del pozo en plena crisis de resultados, en su choque de la primera vuelta. Ha pasado poco menos de un mes, y este Madrid se parece poco a aquel grupo desorientado que sucumbió en el Palacio. Desde entonces ha encadenado una racha de nueve victorias con una sola derrota. La remontada arrancó con dos relevantes triunfos ante el París y el Mónaco, que en esas fechas ocupaban el liderato. El recuerdo ha sido inevitable, porque el Barça, en una crisis todavía más profunda, ha logrado dos victorias consecutivas ante estos dos mismos oponentes. Si hay alguna analogía, o simplemente es fruto de la casualidad, el tiempo lo dirá. Pero los dos casos demuestran que nunca puedes dar por muertos a dos históricos como Barça y Madrid. Hay una cuestión de orgullo que siempre vuelve.
El brillante triunfo azulgrana en casa del Mónaco (84-98), con un Darío Brizuela estelar que sumó 27 puntos, desnuda la nefasta trayectoria blaugrana en la Liga ACB, con ese 7-8 negativo que está a punto de condenarle sin Copa del Rey. El Barcelona, noqueado en los dos últimos partidos ligueros por el Joventut y el colista Girona, salió en el Principado con una actitud totalmente diferente, con una mordiente y una solidaridad que le hubiera evitado bastantes disgustos en otras fases de la temporada. La victoria en tierras monegasca coloca al Barça con 11-9, con sus opciones de playoff intactas, pero no esconde que el verdadero drama lo tiene todavía en la Liga, donde debe ganar sus dos próximos encuentros ante el Gran Canaria y el Bilbao, y aun así echar cuentas con el average, si no quiere quedarse por primera vez en su historia fuera de la Copa ACB. La espada de Damocles aún pende sobre Joan Peñarroya. Pero al menos ha recargado baterías.