Xavi necesitaba y merecía una noche así
La final de Riad permite que el Barça declare oficialmente el estado de optimismo. No sólo es un título, por fin, y a más a más ante el Madrid, como se dice allí. Es que el Barça jugó muy bien de campana a campana, según un plan diseñado por Xavi de acuerdo a los principios que a su llegada prometió recuperar para el Barça. Todas sus decisiones fueron buenas, desde la elección de hombres para determinadas posiciones hasta el modo de ahogar la salida del Madrid cerrando sus circuitos naturales y dejando libre a Rüdiger, cuyas salidas terminaban en recuperaciones rápidas del Barça. El partido respondió exactamente a los planes de Xavi.
Y sus jugadores estuvieron a la altura. Sobre todo Gavi, en su doble función de extremo o interior. Fue un terremoto ambulante que descoyuntó al Madrid por donde se movió. Cerca de él Pedri jugó con la excelencia de siempre, Busquets dio un curso y De Jong manejó con flema y seguridad. Muy bien Araújo y Balde en las bandas y firme Lewandowski en su pelea con Militao, el que más mantuvo el tipo del Madrid junto a Courtois, que redujo el descalabro. Dembélé no hizo mucho, pero sí lo suficiente, y los centrales se manejaron bien en un partido fácil. Pero por encima de todos Gavi, que marcó un gol y dio dos. Gran partido de un jugador ya grande.
La contracara es el Madrid, que ni supo jugar ni tuvo rebeldía. El agujero de Casemiro se nota en estos casos graves y ni siquiera me atrevo a decir que se note más si no está Tchouameni, que aún está por ver. Pero no es sólo eso. Hay varios jugadores faltos de forma, algunos con una edad que ya permite dudar si la recuperarán, y una plantilla en la que no sé por qué repiten cuatro jugadores que ya el curso pasado no contaban jamás: Odriozola (cedido a la Fiorentina), Vallejo, Mariano y Hazard. Eso es regalar ventajas. La derrota es sólo relativamente grave, la Supercopa no es trofeo que se celebre en Cibeles, pero marca una línea descendente ante lo que queda.