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Xavi mostró a Europa su nuevo Barça

Curiosa la jornada europea del miércoles: el Camp Nou ofreció un partidazo mientras el del Metropolitano era infumable. Pero, acabado el de Barcelona, el de Madrid entró en una espiral de locura cargada de giros inesperados hasta producir el efecto de que la noticia de la noche se había producido allí. Y así fue. Pero dispersado el humo de aquella imprevista traca final vuelve a la mente la exhibición del Barça, su partidazo formidable ante el Viktoria Plzen, ese trueno que no cesa de Lewandowski y el tacto de Xavi para ir abriendo la puerta a los que se sentían olvidados. Todo parece marchar bien hoy en día en este Barça renacido, que tiene un plantillón.

El Viktoria no es un gran enemigo, se dirá. Bien, pero es el que había. Ya pasará este nuevo Barça las pruebas de Múnich y Milán, pero mientras tanto bueno es que disfrute y haga disfrutar. Lewandowski es el fichaje estrella de LaLiga, un tipo que no sólo marca goles, sino que lidera; Dembélé le ha dado a Xavi la razón en su persistente y discutida apuesta por un jugador al que la mayoría tenía por un chorlito sin remedio; Koundé, otra petición insistente, funciona: aparte de lo que hace atrás ha dado tres asistencias en dos partidos. Y el equipo aplica sin tregua las ‘cuatro pés’ del catecismo de la Masía: posesión, presión, posición y percepción.

Xavi, que había encajado el equipo sobre la base de once fijos, aprovechó el día para dar descansos y levantar ánimos con seis cambios en el equipo de salida respecto a ese once nuclear y todos funcionaron bien o muy bien. Me faltó algo de Ansu Fati, al que todos sabemos que hay que administrar. Luego entrarían otros postergados: Piqué, que escuchó un aplauso de gratitud, Ferran, autor de un gol que le hacía mucha falta, Memphis y hasta el jovencísimo Pablo Torre, al que dio unos minutos que le atenuarán la nostalgia de su Racing. Todo muy adecuado. Ahora falta pasar la prueba de Múnich ante el Bayern, ese demonio familiar. Será el martes.