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Xavi ensaya cosas y le resultan

La jornada entre semana cerró con un Barça-Villarreal que vino a coincidir con el fallecimiento de José Manuel Llaneza, uno de los pilares sobre los que se ha asentado el prolongado milagro del Villarreal. Un modelo de gestión, de sensatez y de convivencia interna logrado por un puñado de personas, entre ellos él. Hace ya bastantes meses que tuvimos conocimiento de su enfermedad, muy avanzada cuando se detectó, pero le dio tiempo para ver a su equipo ganar la Europa League, un logro descomunal para el club de una ciudad de esas dimensiones. Le despedimos con dolor, pero se va con una vida colmada y feliz, con una tarea hecha.

El partido no lució su obra, pero eso son cosas del fútbol. Xavi sacudió el cubilete, cambió los extremos, sacó a De Jong de mediocentro y se fue a por el Villarreal. Con demasiado riesgo quizá, porque se expuso a contraataques dos contra dos, sobre todo al principio, cuando De Jong se tiró demasiado arriba, cosa que luego corrigió. Pero dio gusto ver a Ansu Fati alegre y atrevido para el disparo, a Pedri y Gavi manejando, a Ferran entrando por la derecha, a Jordi Alba galopando y sobre todo a Lewandowski dando sentido a todo. A poco juego que le arrimen resuelve los partidos y anoche estuvo mejor alimentado que con Dembélé y Raphinha.

Ansu Fati se fue en el 74′ dejando un gol y la impresión de que le veremos en el Mundial, De Jong se retiró muy aplaudido mientras se acogía a Busquets con indiferencia. Y el alboroto vino cuando entró Piqué, ya con poco tiempo por delante, entre fuerte pita. La grada de animación reaccionó a su favor y el resto del partido fue una desagradable pugna de decibelios en división de opiniones. Piqué ya es más problema que solución, pero hay tan pocos centrales disponibles (ayer Xavi tiró de Marcos Alonso para acompañar a Koundé) que algo tendrá que jugar. Quitando esa incomodidad final, fue una noche curativa para el Barça.