Wembley
El Real Madrid jugará este sábado su decimoctava final de la Copa de Europa, habiendo conseguido 14 títulos y ganando todas las que ha disputado desde la de 1998 frente a la Juventus (ocho). Esta final, como todas, no está ganada y las posibilidades de perder son muchas si la afrontas dándola por perdida o dándola por vencida, y esto último es lo que está ocurriendo en los últimos días con muchos madridistas. La historia tiene suficientes ejemplos de claros favoritos que perdieron por exceso de confianza, como se acaba de vivir en la Europa League con Xabi Alonso.
Quizá la mayor sorpresa en una final de la Copa de Europa fue la derrota del Barça contra el Steaua de Bucarest en Sevilla. El Borussia Dortmund es uno de los 23 clubes que han ganado la Orejona al menos una vez. Su único título lo consiguió también dando la sorpresa y venciendo al gran favorito de aquella edición, la Juventus de Zidane, Del Piero y Vieri, entre otros, que era vigente campeón. Ancelotti, el mejor entrenador del mundo, tiene que apartar esa peligrosa euforia previa y concienciar a los futbolistas, a todos y a cada uno, que deben estar desde el primer minuto hasta que el árbitro pite con la máxima concentración, entrega, sacrificio y ayuda al compañero, atacando y defendiendo como se hizo en cuartos frente al City, en semifinales contra el Bayern y en tantos grandes partidos en los que el equipo estuvo por encima de las individualidades. Hay que jugar con la humildad de saber que la victoria solo se consigue con el máximo esfuerzo y respeto al rival.
En esa historia que tú hiciste, viviremos en Wembley, uno de los estadios más emblemáticos del mundo, otra página importante, en la que habrá muchos momentos y sentimientos para recordar, y entre ellos, el último partido en el mejor equipo del mundo de un jugador extraordinario, Kroos, que ha movido el balón, como se decía en esa publicidad, con precisión alemana y, además, ha sido un señor en el campo. En Wembley sale el Madrid a luchar, sale el Madrid a ganar.