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Vinicius tira del carro una y otra vez

Dos a cero está bien, aunque no tanto como cuando los goles fuera tenían valor especial. En ese tiempo, no tan lejano, suponía que con un gol en la vuelta pasabas incluso encajando tres. Equivalía a sentirse clasificado. Ahora es algo menos, pero debe bastar ante un Chelsea que fue lo que se preveía: un agregado de fichajes caros sin conjuntar. Con todo, tuvo sus ocasiones: una primera de João Félix, que desperdició con toda la ventaja, otra de Sterling que desbarató Courtois con una parada antológica y otra de Mount al final, salvada por Rudiger. Nunca hay que fiarse.

El Chelsea se empotró en su área y aquello sólo se abrió cuando Carvajal lanzó un gran balón a la espalda de los tres centrales que persiguió Vinicius para meter un remate muy forzado al que llegó Kepa por los pelos, aunque sin más efecto que dejarla suelta para el atento Benzema. Un gol llegado vía Vinicius, como llegaría el segundo cuando se la puso a Asensio justita para que éste la mandara dentro con esa extraordinaria pureza de toque de su zurda. Y no fue eso todo lo que hizo Vinicius: hizo mucho más, llevó cantidad de veces el peligro al área. Nunca descansa, siempre intenta y llega a los finales de los partidos tan fresco como saltó al campo.

Al Madrid se le fue el tren de LaLiga, tiene la perspectiva de la Copa a un solo partido, nada fácil, para ganar el título con el que Ancelotti completaría su escalera de color en dos temporadas, pero la afición tiene de nuevo la Champions en la mente. Con Benzema de regreso, Vinicius tan irrefrenable como el Gento de los años de blanco y negro, Courtois y Militao espléndidos, el buen tono de Kroos y Modric y todo lo demás, hay permiso para soñar. A la salida de esta curva, si es que sale, como suponemos, le esperará el City, se supone, o el Bayern si remonta el 3-0, con lo cual daría más miedo. Y eso son otros lópeces. Pero el Madrid como debe estar.