Vinicius-Rodrygo-Casemiro-¡gol!
Brasil ya está clasificada para octavos. Normal. No tiene el encanto de otras versiones que los veteranos recordamos, pero sí un aire de seguridad que achica al rival, escala por las gradas y traspasa la pantalla de televisión. Un Brasil que es un cruce entre el ‘fútbol-samba’ de los tiempos felices, y el ‘fútbol-Dunga’ que rinde culto a la fortaleza y seguridad en el medio campo. Brasil ha ganado mundiales con un ataque desatado, como el de México 70 con la delantera Jairzinho-Gerson-Tostao-Pelé-Rivelino, o llenando de cemento el medio campo, como el de USA 94 con aquel trivotazo Mazinho-Dunga-Mauro Silva.
El de ahora nada y guarda la ropa. Confía el ataque a creadores imprevisibles pero no desdeña las tareas enojosas que exige el fútbol de hoy. Ante Suiza, equipo sólido donde los haya, Tite trató de reemplazar a Neymar metiendo a Fred con Casemiro y adelantando a Paquetá, pero resultó mejor cuando en la segunda parte entró Rodrygo, que va para arriba y por una vez pudo jugar en el puesto para el que fue creado: mediapunta, con tres delante y dos detrás. Él fue el punto de paso del electrizante gol, una jugada en la que el balón se movió con la velocidad eléctrica de la bola de aquellas viejas máquinas Petaco: Vinicius-Rodrygo-Casemiro-¡gol!
Bien Vinicius, aunque creo que jugar con Brasil le impone un respeto. Le falta algo del descaro inconsciente que luce en el Madrid y tampoco prodiga los modos impertinentes que le hacen foco de reproches. Pero pesa en el ataque y liberado de la cercanía de Neymar, al que el primer día entregaba obsesivamente todos los balones, irá a más. Ayer marcó con seguridad un gran gol, lástima que rebobinada la jugada apareció un fuera de juego en el origen y su mérito se fue al limbo. Pero de él y Rodrygo se pueden esperar grandes cosas en el Mundial… si España no lo impide, porque viajamos en trayectoria de colisión a la altura de cuartos.