Verstappen convive con las leyendas
Max Verstappen se ha proclamado matemáticamente tricampeón del Mundo de F1. Antes de aterrizar en el GP de Qatar ya lo era virtualmente, sólo tenía que sumar tres puntos más que su compañero Checo Pérez, así que podía haberse sentado tranquilo a esperar que el título cayera por sí mismo, pero ese no es su estilo. Verstappen se ha coronado compitiendo, aunque el trofeo ha llegado de una manera extraña: en sábado, en la Sprint y sin haber ganado la carrera. Al neerlandés le bastaba ser sexto, y ha terminado segundo, detrás de Oscar Piastri, pero ya era campeón antes de cruzar la línea porque Checo se había retirado. Una rareza en un fuera de serie que esta temporada ha sumado 13 de 16 victorias, que se convierten en 15 de 20 si sumamos también las cortas. Mad Max ha arrollado en el presente Mundial, que ha conquistado a falta de seis carreras, un hito que solo había logrado antes Michael Schumacher. Ese es su nivel. Otro récord más para el macuto de Verstappen, que durante este curso ya se erigió como el primer piloto que encadenaba diez triunfos seguidos.
Max está acostumbrado a coleccionar plusmarcas. Por ejemplo, también figura como el más joven en muchas cosas: en correr en Fórmula 1, en puntuar, en ganar una carrera… Ahora tiene 26 años, recién cumplidos el 30 de septiembre, y ya se ha asentado en el club de las leyendas. Tiene tres coronas mundiales, igual que Senna, Piquet, Lauda, Stewart y Brabham. Ninguno de ellos cinco, por cierto, lo hizo de forma consecutiva. Verstappen fusiona los ingredientes perfectos: talento, ambición y coche. Una amalgama que aún puede proyectarle mucho más lejos. De entrada, este domingo sale desde la pole en Losail con el objetivo de seguir sumando… y de celebrar el Mundial desde lo más alto, su lugar natural.
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