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Valero brilla en el otro ciclismo

Mientras Remco Evenepoel daba otro zarpazo a La Vuelta en el último domingo de agosto, Nino Schurter remataba su décimo oro mundial individual en MTB. Lo vivimos casi a la par, a doble pantalla. Un aspirante a leyenda frente a un campeón que hace tiempo que lo es. Dos especialidades diferentes, muchas veces conectadas. Hay otro ciclismo, además del ciclismo de ruta. Y últimamente existen corredores que nos recuerdan lo cercanos que pueden estar el uno del otro. Ese lazo ya ocurría con frecuencia entre la carretera y la pista, que ha compartido campeones como Brad Wiggins. Ahora, la nueva ola también compatibiliza la bicicleta de montaña o el ciclocross. Ahí hemos visto competir a Peter Sagan, duelos entre Wout van Aert y Mathieu van der Poel… y exhibiciones de Thomas Pidcock. El británico, ganador en el mítico Alpe d’Huez en el pasado Tour de Francia, buscaba este curso una gesta colosal: reunir los maillots arcoíris en ciclocross, que ya ganó en enero, en mountain bike y en ruta. Pidcock terminó cuarto en Les Gets. No lo ha logrado. Pero el intento ya merece la admiración.

En esas prestigiosas fotos de dimensión internacional se ha colado dos veces un español: David Valero. El granadino se colgó el bronce olímpico en Tokio, en una carrera que conquistó Pidcock y que tumbó por el camino a Van der Poel. Un año después, Valero ha sido plata en los Mundiales, detrás del legendario Schurter y dos plazas por delante del polivalente británico. El andaluz, que también ha ganado este curso una Copa del Mundo en Snowshoe, está alcanzando sus mejores resultados a una edad madura, 33 años, de la mano de otro ilustre del BTT, Carlos Coloma, bronce en Río 2016. Hasta la fecha, sólo José Antonio Hermida y Marga Fullana habían subido al podio mundial. David ha encontrado su sitio en la historia del deporte español. Y brilla en el otro ciclismo, que es el mismo ciclismo.