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Una velita diaria a San Thibaut

La derrota en Montilivi ha dejado algunas heridas y varias evidencias entre los aficionados madridistas. Al margen del terremoto Vinicius, la más clara es que todo lo bueno que le pase a los de Ancelotti de aquí a final de temporada pasa porque Courtois no se permita ni un simple resfriado. Cualquier otra baja de campo puede tener un remiendo de calidad si Ancelotti está entonado en la elección, pero si falla el portero titular los cimientos blancos se derrumban por dos motivos: porque es de largo el mejor portero del mundo y porque la diferencia de prestaciones con su suplente habitual es abismal.

Responsabilizar a Lunin del naufragio en Girona no tendría sentido ni sería justo, pero es evidente que el Taty Castellanos se lo hubiera planteado de otra manera con el belga bajo palos. Un portero tiene menos riesgo de lesión que un futbolista de campo, pero con dos partidos de Liga intrascendentes antes de la final de Copa y la Champions el italiano le estará dando vueltas a la cabeza para no arriesgar al cancerbero. Es verdad que el Madrid no se puede permitir repetir la última imagen, pero arriesgarse a que una jugada tonta aparte a Courtois del tramo decisivo produce escalofríos. El portero está agigantando su leyenda y su participación es prioritaria para poder lograr los títulos en juego. Y si hay que cuidarlo como a un jarrón chino hasta la final de Copa se hace y punto.