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Una tregua al disparate

El baloncesto internacional anunció un acuerdo el lunes de enorme calado: el final provisional, pero con vocación de permanente, de un conflicto que llegó a alcanzar cotas sublimes de disparate desde su entrada en vigor en 2017. Me refiero, obviamente, a las famosas Ventanas. La FIBA y la Euroliga han cedido, cada uno de su parte, para que en la temporada 2023-24 no coincida ninguna jornada del torneo continental de clubes con los clasificatorios de las Selecciones. Por un lado, la FIBA ha suprimido la Ventana de noviembre. Por otro, la Euroliga parará dos semanas en febrero: una para la celebración de las Copas Nacionales, como de costumbre, y otra para la Ventana de acceso al Eurobasket 2025.

No es una solución definitiva, pero las partes están por la labor de que lo sea, para lo que se han emplazado a “seguir discutiendo en los próximos doce meses para llegar a soluciones mutuamente aceptables por el bien del baloncesto en Europa y en el mundo”, como recogen en el comunicado conjunto. Es un gran paso, porque al menos denota buena voluntad, y no la mala baba del inicio de la pugna, cuando se llegó a fechar un Clásico Barça-Madrid el mismo día de un Bielorrusia-España para el Mundial 2019, o un triple duelo turco-español en paralelo a un Turquía-España. Las coincidencias no existen. No había el más mínimo interés por arreglarlo. Un argumento que esgrimía la Euroliga es que la NBA tampoco paraba, así que las Selecciones nunca eran las genuinas. Por fortuna y con trabajo, Sergio Scariolo y el equipo FEB supieron formar un grupo competitivo que sacó adelante los pasaportes, esa Selección de las Ventanas que pasó de comerse el marrón a proclamar héroes. Pero ese tampoco era el camino. Hay países que no entraron en las fases finales por no disponer de los mejores. Este pacto supone una tregua al disparate y abre una puerta a la paz.