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OPINIÓN

Una nueva era con Nadal al fondo

Alcaraz es prudente, pero la realidad confirma el cambio de tendencia. Lo que ocurre es que es dificil cerrar la etapa anterior, con Nadal y, sobre todo, Djokovic aún por ahí.

Carlos Alcaraz sonríe tras conquistar su cuatro Grand Slam en el All England Lawn Tennis and Croquet Club.
Clive Brunskill
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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Carlos Alcaraz dice que todavía no siente que haya arrancado una nueva era en el tenis mundial. Lo asegura después de haber conquistado su segundo Wimbledon consecutivo y de haber completado eso que denominan el Channel Slam, el doblete con Roland Garros. El español, de 21 años, ha ganado dos de los tres grandes disputados esta temporada. El otro, el Open de Australia, se lo adjudicó Jannik Sinner, de 22, que actualmente es el número uno de la ATP, un trono en el que ya se había sentado antes Alcaraz. El murciano es prudente, y ese es un rasgo que le empodera aún más, pero la realidad sí confirma el cambio de tendencia, la implantación de una nueva etapa.

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Lo que ocurre es que es difícil cerrar la anterior, la época más gloriosa de la historia de este deporte por la coincidencia en la competencia de tres astros que a veces fueron cuatro, la protagonizada por el Big Three, que llegó a ser Big Four con Andy Murray, cuando todavía andan por ahí Rafa Nadal y, sobre todo, Novak Djokovic. Oficialmente, el único que se ha retirado es Roger Federer. Aún podemos esperar algún destello de la generación saliente, especialmente de Djokovic, que acaba de jugar una final a sus 37 años en el All England Club, que no es cualquier cosa. La diferencia es que el año pasado ganó tres de los cuatro Grand Slams, y en el actual ni siquiera ha levantado un trofeo.

Y luego está Nadal, más lejos de lo que fue, pero aún con la raqueta en la mano, afinando la búsqueda de una última sinfonía. O penúltima. Este martes reapareció en Bastad con una victoria sobre Leo Borg, el número 461, que de Borg solo tenía el apellido del padre. Bueno, en realidad ya compitió el día anterior en dobles. Un torneo sobre tierra con la tierra sagrada de París en la mirilla. Allí, en los Juegos Olímpicos, jugará con Alcaraz de pareja. Una bella bisagra para coronar dos épocas. La que viene. Y la que siempre estará.

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