Una leyenda de padres a hijos
Javier Beirán ha crecido con un subcampeón olímpico en casa: su padre. Él no había nacido todavía en aquel glorioso 1984, pero se ha criado escuchando la leyenda de Los Ángeles, la plata que hizo trasnochar a España para soñar despiertos. Nada ha sido igual desde entonces. Aquella final frente a Michael Jordan y aquella semifinal ante Yugoslavia cantada por Los Nikis catapultaron al basket nacional hacia sus más altas cotas. La Selección no volvió al medallero hasta el Siglo XXI, con dos platas y un bronce masculinos, que incluyen dos finales históricas ante una Estados Unidos plagada de estrellas, además de una plata femenina, porque ellas también se sumaron a la fiesta. Y de qué manera. La mejor generación de la historia nos ha acostumbrado a que los Juegos son el hogar del baloncesto español. La última vez que no hubo presencia fue en Atlanta 1996, el ciclo posterior al Angolazo. Muchos aficionados ni se acordarán, o no habrían nacido. La mayoría sólo ha visto a España triunfar.
Para los Juegos de París 2024 ya está clasificada la femenina, mientras que la masculina se la jugará en julio en el Preolímpico de Valencia. Pase lo que pase, el espíritu es el mismo que se sembró en Los Ángeles 1984 y se recogió en la etapa de los Gasol. “Somos España y vamos a ir a ganar”, avisa Elisa Aguilar, artífice como jugadora de esta recolecta de éxito, y ahora presidenta de la Federación, durante el Encuentro Olímpico de AS. Junto a ella asiente su excompañera en la cancha, Amaya Valdemoro, un icono de nuestro deporte, mientras insiste en que el poder español está en el equipo. Beirán, que ahora intenta ser olímpico en 3x3, puede dar fe de que los milagros se construyen con la fuerza del grupo y con el legado de la historia. En 2019 fue campeón del Mundo. Un oro que ahora enseña a su padre entre chanzas. Orgullosos los dos de integrar una leyenda que no se extingue.