Un super-Barça con doce españoles...

Más Masia. Habría muchas cosas buenas que decir del partido del Barça. Una de las que más llaman la atención, sin duda, es la que más le gusta a Luis de la Fuente. Hasta siete españoles alineó Flick en su once: Cubarsí, Iñigo, Balde, Casadó, Pedri, Lamine y Dani Olmo. Luego salieron Fermín, Eric, Sergi Domínguez (otro debut), Ferran y Pablo Torre. Se quedaron sin jugar Iñaki Peña, Astralaga, Fort, Gerard Martín y Pau Víctor. De hecho, sólo había españoles en el banquillo. Lástima la lesión de Marc Bernal, que venía como un tiro, y faltan por volver Ansu y Gavi. Al primero, lo llamó el seleccionador como detalle para explicarle por qué no iba a la Eurocopa; y el otro es tan importante en su plan de futuro que fue uno más en Berlín el día de la final pese a que estaba (y está) convaleciente aún de su lesión.

Mágico Lamine. Fue un super-Barça contra el Valladolid. Seguramente, una buena noticia para LaLiga. Es fácil entregarle al Madrid de los magníficos el papel de favorito con Mbappé, Bellingham, Vinicius y Rodrygo; más Endrick, Güler o Brahim a la cabeza, pero es posible que Flick haya armado un buen competidor. Un equipo que ha amanecido en la temporada con un físico descomunal (una de las razones por las que Deco quería deshacerse de Xavi), que va a una velocidad diferente y que marcó siete goles como pudo hacer diez a base de palos. Con Cubarsí como constructor en la defensa, y el mejor Pedri que se recuerda desde la temporada de Koeman como la bisagra que engrasa al equipo. Raphinha ha pasado de cabreado por ser el futbolista preferido del Calciomercato a sentirse importante con ese rol de titular y capitán que le ha dado su entrenador. Lewandowski vuela y Dani Olmo, que ha encajado como un guante, parece que nunca se fue del Barça. La guinda es Lamine. Nada por aquí, nada por allá, su asistencia a Raphinha fue la delicatessen del partido. Una acción en la que fue capaz de cambiar la dirección tres veces. Primero, a la derecha. Luego, hacia la izquierda. Y, finalmente, eligiendo el centro para dar la asistencia al brasileño, que no tuvo ni que controlar para rematar la acción. Es un elegido. El super-Barça de los doce españoles ayer tiene hambre y prisa. Laporta se frotaba las manos en el palco, soñando con que esta vez haya tocado la tecla buena. Dicen que hasta que no se cierra el mercado, y se vuelve del primer parón de selecciones, no empieza de verdad la Liga. Es posible que no sea más que un espejismo veraniego, pero también que la Liga vaya a tener más color del que parecía.

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