Un pulso por los Monumentos

Que Tadej Pogacar es el mejor ciclista de la actualidad, nadie lo pone en duda. Tanto si se enfunda el traje de vueltómano, como si viste el de clasicómano, Pogacar se muestra competitivo. Puede ganar en cualquier terreno, siempre con el espectáculo como lema, y eso es lo que le hace más grande que el resto. Pero no es infalible, aunque lo parezca. Igual que en el Tour de Francia ha sucumbido dos veces ante Jonas Vingegaard, el único capaz de plantarle cara en las grandes rondas, en las clásicas se ha topado con un antagonista incluso más duro: Mathieu van der Poel. Ambos mantienen un duelo que alcanzó su máxima expresión en la pasada Milán-San Remo, una carrera que ofrece pocas posibilidades de lucimiento, salvo que te llames Pogacar y decidas atacar desde lejos, o te llames Van der Poel y seas capaz de resistir la rueda del número uno. Aquel día, el holandés sumó su séptimo Monumento, los mismos que tiene el esloveno.

Con aquellas emociones todavía en la retina, este domingo vuelven a encontrarse en un escenario estelar, el Tour de Flandes, donde aspiran a romper el empate. Pogacar y Van der Poel ya están entre los mejores clasicómanos de la historia. Sin duda. Solo seis corredores han ganado más Monumentos, entre ellos Eddy Merckx, Roger de Vlaeminck y Rik van Looy, los únicos que han conseguido completar los cinco. Otro desafío que encaja perfectamente en el perfil de nuestros dos protagonistas. A Tadej le faltan la San Remo, donde ya ha sido dos veces tercero, y la París-Roubaix, a la que se ha apuntado este año en una de las decisiones más impactantes de la temporada ciclista. A Mathieu le resta la Lieja-Bastoña-Lieja, donde tiene un podio, y el Giro de Lombardía. Un reto a la altura de dos campeonísimos. Un duelo de época para entrar en la historia.

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