Un penalti con miga para que siga el lío
Los duendes del fútbol prepararon para este derbi de las vísperas calientes un penalti de esos ideales para enconar las discusiones. Un pisotón de Tchouameni a Lino, a balón pasado, que Soto Grado no vio pero sí De Burgos Bengoetxea en la sala VOR. El CTA, que de cuando emite instrucciones de severidad o indulgencia para tal o cual cosa, tiene ahora muy prevenidos a los árbitros contra los pisotones en el área. Acababa de darse un caso en San Mamés, pitado, así que cuando fue Soto Grado al VAR pudimos dar por seguro que lo sancionaría. Y así fue. La acción boba y prescindible de Tchouameni puso en ventaja al Atlético.
Poco penalti, pero penalti. ‘Dura lex, sed lex’. El Bernabéu se enfadó sólo a medias, porque estando Tchouameni por medio era difícil colocar toda la culpa del lado de la conspiración judeomasónica. Por otra parte, el 0-1 tuvo la virtud de alterar el ritmo bobo del partido. Hasta el penalti no estaba pasando nada. El Madrid iba hacia arriba, parsimonioso, y los artistas del ataque no recibían el balón en condiciones. El Atlético soltaba latigazos por las bandas como llamaradas fugaces. El 0-1 hizo que el Madrid se agitara algo en principio, luego más y más, en un ‘in crescendo’ que daría lugar a una segunda parte animada y briosa.
Salió con energía, y una vez más tuve la sensación de que el Atlético se impresiona demasiado ante esos arrebatos en el Bernabéu. Y quién no, me dirá usted. El caso es que los artistas de la compañía entraron en acción y el Atlético se hundió en el área chica. En el 1-1 se juntaron ahí hasta seis defensas, descuidando a Bellingham y Mbappé; remató el primero, rebotó el balón en un defensa y apuntilló Mbappé. Los dos pudieron rematar con comodidad. La tónica siguió, aunque el Atlético escapó bien gracias al larguero y a Oblak. Y hasta dio sustos, pero todo quedó en un empate bueno para el Barça, visitante hoy del Sevilla.