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Un mercado extrañamente abierto

Rúben Amorim dirigirá hoy su último partido como entrenador del Sporting. Después, volará a Mánchester y se convertirá en el nuevo técnico del United. Por segunda vez en su carrera, un club pagará una importante suma de dinero para romper su vínculo contractual y ficharlo a mitad de temporada. Ya le ocurrió cuando dirigía al Braga y llevaba sólo dos meses en primera división. Los diez millones que el conjunto lisboeta invirtió entonces en él pronto parecieron un negocio más que rentable: en sus cuatro años y medio en la entidad, Amorim ha ganado dos ligas portuguesas -las mismas que el club había celebrado en las 37 temporadas anteriores-. Ahora, su partida supone un golpe durísimo para un equipo que ha arrancado la Champions sumando diez puntos sobre doce posibles y que viene de derrotar al Manchester City por 4-1.

El Sporting no puede quejarse mucho: al fin y al cabo, en su día le hizo lo mismo al Braga. Pero sí podemos hacerlo nosotros: si el mercado está cerrado para los jugadores... ¿por qué está abierto para los entrenadores? ¿No sería lógico que las leyes proteccionistas que impiden que un gigante se lleve en cualquier momento a la promesa que despunta en un modesto lo hicieran también con una figura tan estructural como lo es la de un director técnico? ¿De qué le sirven al Sporting once millones de euros si no puede acceder ahora mismo a ningún entrenador de ese mismo nivel y con una influencia tan grande en el juego y en el manejo del vestuario? La sensación que nos queda a muchos es que esta operación puede arruinar una temporada del conjunto lisboeta que parecía muy prometedora.

En España tuvimos un caso parecido la temporada pasada que muestra hasta qué punto estas operaciones pueden destrozar un proyecto. Se habló poco de ello porque le ocurrió a un club de Segunda Federación que no tiene prácticamente masa social al ser de nueva creación. El Badalona Futur iba disparado hacia el ascenso hasta que el Andorra se lanzó a por su joven y prometedor entrenador, Ferran Costa. Una vez se acordó la cesión de sus derechos federativos, su ex equipo entró en una crisis de resultados pronunciadísima y se quedó sin subir.

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