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Un gesto que lo dice todo

A muchos les ha parecido un detalle. Pero saben lo que dice el refrán, que “el diablo se esconde en los detalles” y que las cosas más pequeñas, a priori sin importancia, delatan a veces lo más significativo de una persona. La nueva manera de analizar el fútbol, basada en numerosas, frías e inútiles estadísticas, no recordará el momento, porque no acabó en gol pero, en la primera parte del partido de Champions del martes contra el Stuttgart, Kylian Mbappé mostró quien era Kylian Mbappé. Arrancó desde la izquierda, hizo una bicicleta para dejar sentado a su oponente directo, aceleró con una naturalidad pasmosa, entró en el área y se perfiló para tirar con la derecha. Hizo falta una enorme intervención de Nübel, el portero alemán, para evitar el primer gol del encuentro. De todo este proceso, el movimiento de la aceleración y el sentimiento de potencia que emanó me hicieron pensar que el verdadero Mbappé ya estaba aquí.

Hacía más de un año que mi compatriota no había conseguido algo así, ni con el PSG, ni con la selección francesa. Sé que no parece gran cosa, pero esta posibilidad de arrancar a la velocidad de la luz siempre me ha asombrado y estaba esperando verla en el Kylian del Madrid. Es una sensación, pero, para mí, resulta más esperanzadora que cualquiera de los goles que el delantero galo ha marcado desde que llegó a la capital de España.

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