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Un duro golpe para Alcaraz

El viernes tuvo un final tristemente inesperado. Al rato de que Carlos Sainz llegara al vivac del Dakar, diez horas después del accidente que acabó con sus opciones de pelear la carrera, Carlos Alcaraz lanzó un comunicado: “Desgraciadamente, no podré jugar el Abierto de Australia”. Los Reyes Magos terminaron repartiendo bastante carbón este año al deporte español, que ha visto cómo se esfuma una parte importante de sus ilusiones de enero. Sainz no podrá perseguir su cuarto Touareg, aunque al menos le va a quedar la opción de luchar por etapas, como ya hizo tras una situación similar en 2019. Peor perspectiva tiene el asunto para su tocayo Alcaraz, que ha empezado esta temporada como finalizó la anterior: lesionado.

Carlitos ni siquiera ha podido debutar oficialmente, y entre ambas lesiones sólo ha disputado los dos partidos de exhibición que jugó en Abu Dabi en diciembre, ambos con derrotas. Un “gesto fortuito” en un entrenamiento impedirá su participación en el primer Grand Slam del curso y la posibilidad de que pudiera sumar buenos puntos para el ranking, una vez que en la última edición cayó en tercera ronda. Su lesión del año pasado, que le dejó fuera de las ATP Finals y la Copa Davis, podía achacarse perfectamente a su intensa campaña, que culminó con 70 partidos. Esto ya es otra cosa diferente: un contratiempo de pretemporada que retrasa, ya veremos hasta cuándo, todos sus objetivos iniciales, en un 2023 donde afrontaba el enorme desafío de mantenerse en la cúspide tras el mágico 2022. La nueva situación obliga a replantearse el futuro, a un volver a empezar que puede permitirse sin rubor a sus 19 años. Tampoco le queda otra. Su baja, de paso, deja al tenis masculino español en Australia en manos de un Rafa Nadal envuelto también en muchas interrogantes, que habrá que ir resolviendo en las próximas fechas. Esperemos que sin más carbón.