Un Clásico por aplastamiento
Habrá Clásico en la final de la Copa del Rey. El 14º desde que la organiza la ACB. También en la Minicopa. Los más pequeños apuntalan las tradiciones de sus mayores. Hubo un tiempo, cada vez más lejano, en el que las mejores canteras eran siempre de otros. Y los dos grandes hacían ahí sus compras. Ya, no.
En las semifinales sabatinas, el Real Madrid cumplió primero con su parte al doblegar con mucha suficiencia al Valencia, que nada tuvo que ver con aquel equipo que el año pasado puso contra las cuerdas en cuartos al mismo rival, y cayó zarandeado, 95-76, tras un tercer parcial nefasto. El Madrid avanzó con Facundo Campazzo otra vez al timón. Curiosamente, la última vez que los blancos conquistaron la Copa fue en 2020, también en Málaga y con Campazzo como MVP. Por si alguien cree en presagios o en teorías del eterno retorno. Aunque si tiramos también de antecedentes, las últimas cuatro finales entre Madrid y Barça tuvieron color azulgrana.
El Madrid, como decíamos, superó su choque con solvencia. Y se sentó a esperar rival: o bien el quinto Clásico de la temporada, con un 3-1 a favor de los de Chus Mateo; o bien una final inédita frente al subcampeón de la última edición, el Tenerife. La respuesta fue el Barcelona. Y no hizo falta aguardar mucho para saberlo, porque los de Roger Grimau no quisieron ser menos que su oponente de este domingo y resolvieron su cruce con mayor autoridad todavía. Al descanso, el resultado era abrumador: 54-24. Que ascendió a un 108-76 a su conclusión. Las buenas maneras de los dos contendientes dejan un pronóstico totalmente abierto, en contra de la encuesta previa de la ACB con 20 técnicos, que dieron cero posibilidades de título al Barça, por un 75% para el Madrid. Supongo que ahora tendrán más dudas en sus pronósticos. Un Clásico siempre es un Clásico. Y la Copa es la Copa para todos.