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Un bochorno difícil de olvidar

Utilizo la palabra bochorno porque creo que es la que mejor describe lo que se ha vivido en torno al Real Valladolid en las últimos días. Bochorno en Barcelona dando una imagen impresentable siendo humillados por un Barcelona que no hizo más goles porque no quiso. Y bochorno en los despacho con un mercado de fichajes para olvidar y que deja al equipo absolutamente descompensado y con un nivel de plantilla que no mejora, para nada, lo que tenía el Real Valladolid el año pasado en Segunda División. Las dos cosas se han juntado y tienen a los aficionados absolutamente decepcionados, por no decir que muy enfadados, como es lógico y natural.

En lo deportivo es preocupante que pase algo así después del esperanzador comienzo de Liga sumando cuatro puntos, dejando dos porterías a cero y plantando cara en el Santiago Bernabéu al Real Madrid. Lo del sábado en Barcelona no hay por donde cogerlo. La sensación de ridículo del equipo, con resbalones, sin llegar arriba, con un desbarajuste defensivo superior es de las que costará mucho tiempo poder olvidar. La impotencia de los jugadores en el campo y del entrenador en el banquillo fue de sonrojo. Se puede perder, pero nunca así. Es algo que no se puede volver a repetir.

Y si impresentable fue lo del equipo en el campo, peor ha sido lo de la directiva en los despachos. Dejar al equipo sin un lateral izquierdo especialista es algo verdaderamente incomprensible. Quedarse con Lucas Rosa y Luis Pérez para cubrir las dos bandas durante toda la primera vuelta es una temeridad impropia de cualquier dirección deportiva del fútbol profesional. No renuevas a Escudero, dejas salir a Garri alegremente y acaba por no llegar nadie para cubrir esa posición. Mientras, te gastas cuatro millones en Biuk, al que no necesitas y cedes al Hajduk Split y esto te obliga a tener que malvender a Boyomo por cinco millones dejando la defensa mucho peor de lo que estaba el año pasado. Antes, te habías gastado también tres millones en Meseguer, otro fichaje muy caro para lo que se puede permitir el club. Solucionas un gran problema al Valencia aligerándolo de Comert y Cenk, con los que no contaba y tú eres incapaz de sacar de la plantilla a jugadores como Kenedy, Machis o De la Hoz,a los que se intentó colocar. Una detrás de otra. Un desastre.

La defensa queda cogida con pinzas y habrá que rezar para que no se lesione nadie, pero sin Tárrega y Boyomo, no hay que ser un lince para darse cuenta de como ha bajado el nivel con respecto al año anterior. Contentos pueden estar Corona y Braulio de como se ha portado con ellos su amigo Catoira y es que no hay nada como la buena amistad.

Pero más allá de culpar a Catoira de todo este desbarajuste, hay que recordar que en el club los contratos los autorizan otros que están por encima de él y que no han demostrado, precisamente, haberse lucido. Ahí tenemos a Paulo André, siempre bien tapado, pero siendo el verdadero director deportivo del club. Nunca aparece ni da la cara pero es el que manda. Catoira es un empleado, más o menos eficaz, pero que obedece las ordenes de los que mandan. Y luego están las figuras de Matthieu Fenaert, el director general y del mismísimo Ronaldo que han consentido todo esto como consintieron las llegadas de Kenedy por cinco años o de Darwin Machis. Y de aquello polvos estos lodos. Conclusión, a rezar para que Pezzolano sea capaz de lograr el objetivo de la permanencia por más palos en las ruedas que le hayan puesto desde las oficinas del club. Pero fácil no va a ser y para eso tenemos que estar preparados ya.

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