Trinchera inexpugnable del Leganés
En tiempos de más felices recaudaciones de las ‘Apuestas Mutuas Deportivas Benéficas’ hubiéramos dicho que el Leganés reventó la quiniela. Un buen número de apostantes lamentaría la pérdida de premio por haber jugado al 1 fijo, o los más audaces a 1-X, el partido de Barcelona. De esas sorpresas vivía la quiniela, porque cuando se producían bajaba tanto el número de ‘catorces’ que a veces sólo quedaba uno. Quizá una monjita lega en fútbol, quizá un labrador que hizo su quiniela con uno de esos dados con los signos 1-X-2 en sus caras, quizá alguien que rellenó la columna a ciegas, que de todo había.
La sorpresa fue mayúscula, como lo fue en sí el éxito de este Leganés a cargo del jovencísmo Borja Jiménez, que consiguió de los suyos un esfuerzo máximo de concentración y sacrificio defensivos. Con un gol muy temprano, logrado en un córner cabeceado con limpieza, el equipo supo manejarse bien para conservar su tesoro. Aguantó un chaparrón de intensidad creciente, llegando a juntar en las peores fases una línea de seis defensas, tres centrocampistas cubriéndoles y un llanero solitario arriba, más un portero firme. No es fácil afrontar el ataque del Barça tanto tiempo sin ningún error y lo hicieron.
Para el Barça fue un partido muy ingrato. Es muy difícil jugar así, y más si se ha comenzado regalando un gol por una desatención defensiva, porque el Leganés no devolvió la cortesía. El Barça fue y fue con voluntad y buen manejo, pero las rendijas no aparecían. La frialdad de Montjuïc, con su público de turistas y sin la grada de animación por no hacerse cargo de las multas que generan sus excesos, deja a los jugadores sin ese plus que ayuda a perseverar. Flick lo probó todo, cambió cartas, pero los que entraban se perdían en el mismo laberinto azul y blanco. El Madrid y el Atlético estarán agradecidos.