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Tres derrotas sería algo inaceptable

Uno de los primeros refranes que aprendí cuando, hace ya más de treinta años, pisé por primera vez la tierra de España es “les quiero ganar hasta a las canicas”. Me encanta porque desvela el carácter competitivo de este país cuando se trata de deporte (algo que por desgracia no funciona tanto en otros temas). Y en este afán natural por la victoria, el Real Madrid aparece siempre como la mayor y evidente referencia para los demás. Es un tópico, pero viene bien recordarlo de vez en cuando. Por todo ello, terminar la gira americana con un tríptico de derrotas sería incomprensible e inaceptable. Sé que existen un montón de parámetros que excusarían tan triste guion, empezando por la ausencia de los mejores jugadores de la plantilla blanca, el hecho de que el Real Madrid tiene por delante una muy larga temporada y que, dentro de poco más de una semana, se juega el primer trofeo (la Supercopa de Europa en Varsovia).

Sin embargo, y aunque Ancelotti tranquilizó a todo el mundo después del partido contra el Barça, me parece necesario dejar Estados Unidos con victoria y buen juego frente al Chelsea. Por pura imagen. Por puro prestigio. Por terminar con buen sabor de boca. Por respetar la tradición. Son exigencias así las que han hecho del Madrid lo que es: el club más importante de la historia. Entre tormentas eléctricas y grandes paquetes de dólares, no olvidemos lo esencial.

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