Tomando sintrón en Vegadeo
“No grites demasiado si marca el Barça” me dijo mi chica, celtarra de nacimiento. “Lo mismo te digo si marca el Celta”, le contesté. Estábamos en el bar Cantábrico de Vegadeo, donde vine a hacer un doblete el fin de semana; chapa a los alumnos del instituto por la mañana y por la tarde a sus padres y abuelos en el casino de Castropol. La última vez que grité un gol del Barça fue el de Lewandowski en San Sebastián. Cuando lo anularon llamaron los vecinos a la puerta. En esta ocasión, con el gol de Raphinha fueron los clientes del Cantábrico los que me pidieron mesura y los dueños me trajeron unos calamares por cuenta de la casa. Después de ver Iago Aspas tarjeta amarilla por recibir una entrada por detrás, la que protestó fue mi chica. “Tendría que haber sido la segunda de Gerard Martín y expulsión”. Le dije que tenía razón y que el árbitro era muy malo. Aún tenemos un piso que pagar a medias e hijos que criar.
En la segunda parte todo el bar iba ya con mi chica y alguno coreaba incluso los nombres de Mostovoi y Karpin en cada jugada. Y encima en gallego. En esta zona de Asturias lo hablan más y mejor que en muchas ciudades de Galicia. Cuando Lewandowski hizo el segundo decidí no gritar y pedir un JB. “Toma mejor un sintrón” me recomendó un cliente al ver a Koundé suicidarse en Balaídos. Luego llegó el empate y a sufrir. Quizás le acabe haciendo caso un día de estos.
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