OPINIÓN

Todos son necesarios: Sorloth, Koundé...

PEPE ANDRES
Luis Nieto
Director adjunto. Licenciado en CC de la Información por la U. Complutense y máster en Transformación Digital y Estratégica (EOI), inició su carrera en el Diario Ya. Trabajó El Independiente y Diario 16. Llegó a AS en 1996. Ha ejercido las funciones de jefe de fútbol, redactor jefe, subdirector, director de la página web y director de Información.
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Los goles. El aficionado difícilmente pone los ojos en ellos, pero son la prueba irrefutable de que el fútbol necesita de todos. El martes llamó a Sorloth y Koundé, rescatadores de Atlético y Barça en la última noche de Champions. El noruego es un antihéroe de manual y, según el minuto en que se le mire, puede ser considerado desesperante o determinante. A lo primero invita su pasaporte, esa frialdad noruega que a veces se confunde con la desgana o la indiferencia. En San Sebastián se lo tomaron muy a mal. A lo segundo contribuye su hoja de servicios en el área: 26 goles en su último curso en Villarreal, 24 en el primero en el Atlético con solo 22 titularidades.

Nueve clásico. Si le miran a los pies no encontrarán en el noruego un bailarín. Tampoco le juzguen por su velocidad. Con ese corpachón solo se puede ser diésel. Conforme se aleja del área tiende a desparecer. Y sin embargo, quizá no haya mejor productor de segundas jugadas en la Liga ni delantero con más dinamita en el juego aéreo. Parte de la afición le recuerda más por lo que falla (extremadamente visible) que por lo acierta y se le reprocha su falta de elegancia, pero tiene el don del gol. Conserva ese aire de nueve de otra época, al que solo se le exigía reinar en el área, y resulta utilísimo en situaciones desesperadas, cuando se agotan tiempo y espacio.

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La Copa. Koundé juega en la misma banda y por detrás de Lamine, lo que extrema geográficamente su papel de gregario. De hecho, ni le ficharon como lateral ni le agrada el papel, pero Flick se ha hecho el sueco, lo que demuestra que hasta los entrenadores pueden tener razón. Defiende como un central, lo que fue de cuna, y se alarga como un lateral, lo que ha aprendido a la fuerza, pero el barcelonismo le abrazará siempre por un gol de centrocampista artillero que le dio una Copa al Barça frente al Madrid, que vale por dos. El martes volvió a ser un gran entrometido e hizo un doblete que quizá le correspondía a Lewandowski. Está malacostumbrando a su hinchada.

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