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Otra vez convirtiendo lo inexplicable en rutinario, otro partido más en la máxima competición europea donde el Real Madrid realiza una remontada épica, como si la cosa fuera sencilla. Ya hemos hablado largo y tendido de lo divino y de los fenómenos que suceden una vez tras otra en el Santiago Bernabéu. Una actuación soberbia del que, seguramente, será el nuevo Balón de Oro del fútbol mundial: Vinicius Jr.

También tenemos que comentar que la primera parte de los de Ancelotti es un resumen de lo que estaba siendo la temporada para los blancos. Un Madrid con escasa agresividad en el juego, con problemas en el área propia, donde las escasas llegadas del Dortmund acabaron en gol o en situaciones resueltas por Courtois, y con mucho atasco ofensivo, sin fluidez y sin un plan claro para construir. La segunda mitad es el ejemplo claro de que, cuando pones toda la carne en el asador, el nivel sube hasta lo más alto.

Hay calidad y fortaleza como para jugar a este ritmo de forma continuada, para apretar sin balón de verdad, para cargar el área con hasta seis futbolistas y para tener esa convicción en todas las acciones del juego. Dos caras completamente opuestas que deben servir a Carletto para mostrarle a la plantilla que, cuando juegas con la mentalidad y el esfuerzo que se requiere, el equipo es capaz de cualquier cosa.

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