Tebas, el último romántico
Hay algo en esta loca historia de amor entre Javier Tebas y el Real Madrid que me recuerda a los capítulos más duros de Friends...
Hay algo en esta loca historia de amor entre Javier Tebas y el Real Madrid que me recuerda a los capítulos más duros de Friends, aquellos en los que Rachel y Ross no terminaban de encontrarse pese a pasar el día entero respirándose encima. No es fácil amar en tiempos de Superliga, supongo, como no debe ser fácil ablandarle el corazón a un Florentino Pérez que siempre tiene un reproche preparado para cada ocasión. En el caso concreto de Tebas, cualquier psicólogo de parejas -o tertuliano de televisión- le aconsejaría apartarse de una relación que se ha vuelto tóxica. De nada le sirven los juramentos de fidelidad eterna ni su carné plastificado del Club de los Pequeños Madridistas. Del otro lado del pasillo solo recibe frialdad, algún que otro portazo y acusaciones de herejía.
La escena tiene múltiples matices y la textura de una pelea entre hermanos. O entre amantes muy mal avenidos. Uno implora atención, algo de cariño, mientras el otro le recuerda que el amor, como los contratos de televisión, no se negocia con fotos antiguas y sentimentalismos. Tebas, el más interesado en forzar un reencuentro, se parece a ese novio que te deja notas en la nevera (“Ha llamado tu madre, he bajado a por las pastillas del perro y, por cierto, sigo siendo del Real Madrid”), mientras Florentino revisa una y otra vez el contrato de alquiler para ver si puede echarlo de la casa. No hay redención posible a estas alturas de la película, pero hasta el rabo todo es cine.
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Los demás clubes que conforman la patronal atienden, sin pestañear, al derrumbe emocional de un Javier Tebas que no muestra ningún reparo en declararse fan incondicional de uno de ellos. Es como si el presidente de la CEOE gritase a los cuatro vientos que él solo compra en El Corte Inglés, una anomalía que en Barcelona ya no sorprende ni asusta. Por eso sonríe Laporta cuando Florentino declara que todo el mundo está contra el Madrid: la última canción de Tebas vuelve a demostrar, una vez más, que ese “todo el mundo” también son ellos. Y ya ni se molestan en disimular.
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