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Suiza casi nos libra de Alemania

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La jornada dominical de Eurocopa, reducida a dos partidos en simultáneo como cierre del Grupo A, llegó precedida de la pelea por la última plaza del ascenso a Primera. Estos son partidos tremendos en los que todos salen llorando, unos de emoción y alegría, otros de pena y dolor. El 2-0 dio la plaza al Espanyol que, como en sus cinco visitas anteriores, ha escapado de la Segunda División con ascenso inmediato. El Oviedo llevaba 23 años esperando el retorno, parecía tener los hados consigo, pero dos goles seguidos de Puado le fulminaron. Con el Espanyol vuelve uno de los diez fundadores de la Liga.

Ya metidos en la Eurocopa, vimos que Nagelsmann no hacía nada por evitar el presentido cruce con España en cuartos, pues alineó los mismos que en los dos partidos previos. Ningún descanso, y eso que tenía cuatro jugadores de la parte de atrás con una tarjeta. Enfrente, Suiza, que siempre me parece la misma: un equipo sin encanto, palmarés ni jugadores de brillo, pero muy difícil de pelar. Le complicó la vida a Alemania, que salió con ese ataque formado por mediapuntas vocacionales, jugadores de ingenio y buen pase, con posiciones variables para desconcertar a los defensas. Pero no resultó.

Suiza se adelantó, marcó un segundo gol en ajustado fuera de juego y sólo cedió el empate, ya en el añadido, cuando Nagelsmann había metido al tanque Füllkrug en el centro del ataque. Y, claro, fue él quien percutió con la cabeza el inapelable gol del empate. Con eso, Alemania pasa como primera de grupo y si tanto ella como España pasan los octavos, como damos por hecho, nos cruzaremos en cuartos. Hubiéramos preferido a Suiza, que tenía ganado el grupo hasta el testarazo de Füllkrug, pero podemos consolarnos con una idea: cada partido, Alemania nos ha parecido menos coco.