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Stipe Biuk, Carlos Vicente y el talento para fichar

La mayoría de los aficionados lo intenta, hace un enorme esfuerzo por conseguirlo, pero no es fácil poder ser optimista en torno al futuro del Real Valladolid. Penúltimo, con seis derrotas y solo una victoria en nueve partidos y con una sequía goleadora y de remates a gol realmente preocupante. Siendo el equipo más goleado y, junto a Leganés y Valencia, el que menos hace. Y ahora con un calendario complicado visitando Vitoria y Pamplona, lugares en los que no regalan caramelos precisamente, y recibiendo a Villarreal y Athletic de Bilbao. Pero es lo que hay. No queda otra, dadas las circunstancias, que confiar en que Pezzolano logrará un Valladolid más eficaz en defensa y en ataque, que logra pronto una victoria y que llegue al mercado de invierno con verdaderas posibilidades de soñar con la salvación. Pero, habrá que reconocer, que la cosa fácil no va a estar.

Y es que las cosas no pasan por casualidad. En el último mercado invernal, el Alavés, próximo rival del Valladolid, compra al Racing de Ferrol a Carlos Vicente por 600.000 euros. Era uno de los mejores extremos de Segunda y en Primera su rendimiento ha ido a más. Ya ha multiplicado por cuatro su valor. Mientras, el Valladolid se traía cedido a Stipe Biuk con una opción de compra obligatoria de cuatro millones en caso de ascenso a Primera. Se asciende y el club se ve en la obligación de comprar a un futbolista que no acabó de demostrar todo su nivel. Paga cuatro millones de euros y encima lo envía cedido al Hajduk Split como si en Zorrilla sobraran los buenos futbolistas. La comparativa Biuk-Vicente es un simple ejemplo de las diferentes formas de gestionar. Seiscientos mil frente a cuatro millones. Lo tendría muy fácil comparando la llegada de Latasa o la de Toni Martínez, por ejemplo y la de otros muchos más.

En fútbol, el éxito de un club lo proporciona el talento que se tenga. Por supuesto en el campo, pero antes y fundamentalmente en los despachos. El éxito de un club es saber fichar barato y vender caro. Es saber incorporar un cedido que la va a romper y no uno que llega para comprobar si tiene nivel o no. El éxito de un club es acertar muchas veces y no solo uno o dos por casualidad. Es que predominen los aciertos y minimizar los errores, que siempre tienen que ocurrir. El gran problema del Valladolid actual es que Salisu, Boyomo, Larin o Fresneda son apariciones aisladas. Lastran mucho más los Kenedy, Meseguer, Machis, Comert, Biuk y compañía. Osasuna se llevó a Budimir cuando el Valladolid no logró cerrar su fichaje queriendo el jugador venir. Ahora se ha pagado una buena pasta por Latasa. Los ejemplos son inacabables.

Por eso, por mucha voluntad que pongamos todos en pensar que pueda haber posibilidades de lograr la salvación la realidad nos sitúa frente al espejo de los hechos ya consumados. De los errores en los despachos que pasan factura siempre en el terreno de juego. Y volviendo al nombre de Carlos Vicente, sancionado Lucas Rosa, ¿quién será el lateral encargado de tapar a uno de los mejores extremos de la Liga, Chasco, Anuar? Y es que las cosas no pasan por casualidad. Cuando falta el talento en los despachos complicado va a ser tenerlo después en el terreno de juego. Son matemáticas. Siempre ha sido así.

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