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Sobre Sergio Ramos y Ansu Fati

“Los defensas o dan miedo o dan risa”, me mensajeó un aficionado durante el partido de Zaragoza. Era su desahogo por la debilidad defensiva casi crónica de la Selección, a la que hacen mucho peligro incluso cuando domina los partidos. Es una preocupación general que nace de la firmeza de Luis Enrique en la idea de que sus defensas sean sobre todo buenos jugadores con el balón aunque no sean contundentes. Lo ideal es que sean las dos cosas y España los ha tenido recientemente en Sergio Ramos y Piqué. El segundo abandonó la Selección por voluntad propia y ya no cuenta ni para el Barça, pero Sergio Ramos está jugando bien en el PSG.

¿Es una opción? Me temo que no. Para Luis Rubiales y para Luis Enrique parece ser página pasada. Él y Piqué fueron los líderes en la última mala época de la Selección, cuando tras haberlo ganado todo fueron haciendo acopio de un poder que no utilizaron bien. La forma de discutir las primas, el intento de influir en horarios de pequeñas cosas en la concentración, como la hora del desayuno... Luis Enrique ha pretendido hacer borrón y cuenta nueva, limpiar unos hábitos instalados durante tiempo que una figura tan potente como la de Sergio Ramos podría transmitir a la nueva época. No, no es fácil que vuelva. Haría falta un agujero clamoroso ahí.

Otra cosa es Ansu Fati, por el que reza Xavi, reza Luis Enrique, rezamos todos. “Hay que ir despacio con él”, dice Xavi, que no quiere perder la esperanza. Luis Enrique le llevó a la última concentración antes del verano, pero tal como lo vio no se atrevió a sacarle ni un minuto. En una España de ataque más bien romo y con tanta dificultad para el gol, Ansu Fati vendría como agua de mayo. Desgraciadamente una cadena no explicada de intervenciones médicas ha convertido una lesión de menisco en algo de unas consecuencias similares a las que tenía hace cincuenta años. Hay que ir despacio con él, como dice Xavi, pero el Mundial ya está ahí…