Sobre el Madrid y los arbitrajes
Osasuna salió ante el Barça con 9 suplentes, pero transmitió una sensación de equipo hecho, cuajado, compacto, con pleno respaldo de todos por todos. No se percibieron desajustes futbolísticos ni anímicos. Fue incluso admirable el desconsuelo de todos cuando llegó el gol del Barça. Tal y como están en la tabla y ante la perspectiva de la final de Copa a tres días vista, esa derrota no representaba ningún destrozo, pero esa pena demostraba que el grupo tiene el ánimo competitivo tan metido hasta los tuétanos que casi sentía una obligación puntuar, aun cargado de suplentes, en el Camp Nou. El contraste con el Madrid en Anoeta fue evidente.
Porque el Madrid, con 6 titulares, jugó todo el partido a una velocidad menos que la Real. Ya le pasó en Montilivi, ya le pasó ante el Villarreal en el Bernabéu. Ha perdido demasiados partidos en este tramo final, reflejando un abandono impropio de la casa. Coincide con una agitación que me sorprende de victimismo arbitral, novedad absoluta en el club. Repasando datos de toda LaLiga, un amigo me señalaba que el Madrid ha tirado 11 penaltis por 4 en contra, mientras el Barça lleva 2-2 y el Atleti 1-4. En amarillas, el Madrid está 62-83 entre propias y de contrarios, el Barça 79-85 y el Atleti 86-82. En rojas, 2-7, 6-7 y 7-6.
Mirado con distancia, el Madrid sale mejor parado que sus rivales en esos apartados clave. Sin embargo, desde lo de Negreira el club ha desatado un discurso victimista que primero caló en la afición y ya también, me temo, en los jugadores. Siempre pensé que el histórico victimismo del Barça y el Atlético ofrecían a los jugadores un respaldo para abandonar la lucha. Por el contrario, el Madrid nunca pensó en árbitros y por lo mismo siempre le fue mejor. Ahora le ha dado por ahí y pasa lo que pasa, que si el partido se tuerce la culpa es del árbitro. Veremos si una final es acicate suficiente para olvidar ese fantasma y el Madrid sale a jugar con su viejo espíritu.