Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Sí, Laporta cuela

Si hace falta un área de Compliance para advertir a un presidente del FC Barcelona que no es ético pagar a un vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, apaga y vámonos. La respuesta de Joan Laporta a la pregunta de si no consideró que había un conflicto de intereses durante su primer mandato, del 2003 al 2010, cuando no sólo pagó, sino que le subió el sueldo a Enríquez Negreira fue que entonces no había Compliance a quien consultar. Y claro, ¿cómo iba a saberlo él entonces? Suena a broma, pero no lo es. Junto al victimismo ancestral, Tebas, el Real Madrid, el anticatalanismo y la campaña difamatoria del mundo mundial, es la defensa del presidente de un club que durante 17 años soltó 7,3 millones de euros de los que no se informó en ningún momento a sus socios y que pasaron camuflados en partidas que no correspondían a los servicios prestados. Y lo peor es que cuela.

En estos dos meses desde que explotó el Caso Negreira no ha habido ni una pancarta, ni una pañolada, ni un débil silbido en el Camp Nou dirigido al palco, exigiendo explicaciones a Laporta y a los otros tres presidentes: Gaspart, Rosell y Bartomeu. Descartada la rueda de prensa conjunta para defender a la institución, no a sí mismos, Laporta apareció con cuatro cajas que lo mismo daba que dentro hubiera documentos o panchitos porque eran de 2014 a 2018, del hijo de Negreira, que no está investigado, en lugar del padre, que sí. El mismo al que subió el sueldo para hacer informes que no existen y que el propio Negreira padre aseguró a los inspectores de Hacienda que eran verbales.

Mientras el Barça gane la Liga a pesar del sol y que la UEFA no les expulse de la Champions cuando jueguen en Montjüic, el relato de la persecución, el maligno Tebas y el Real Madrid del régimen, cuela, va colando. No hace falta más para llamar a la unión del barcelonismo al que defenderá hasta su última gota de sangre. El discurso es pobrísimo, populista al más puro estilo Trump, vergonzoso, pero no se oye ni un silbido en el Camp Nou. Porque tristemente para ser más que un club, por ahora, cuela.