Secundario de primera
En el nuevo fútbol mediático del postureo y los millones de seguidores en redes hace falta poner en valor a jugadores como el gallego


Lucas Vázquez es la prueba de que un gran equipo no se hace solo con estrellas, sino que son necesarios otros jugadores con menos brillo y purpurina, pero con una capacidad de esfuerzo y solidaridad sin la que es imposible que un grupo sea ganador. En el nuevo fútbol mediático del postureo y los millones de seguidores en redes hace falta poner en valor a jugadores como Lucas, que ejemplifican el espíritu de equipo que siempre ha hecho más grande el deporte. Los secundarios, los suplentes, los subalternos, llámenlos como quieran, pero con el respeto que merecen porque sin ellos no hay triunfos, no hay gloria y no hay épica. El hilo que cose el traje de los balones de oro lo tejen sus compañeros de vestuario, los que se han dejado la piel para que otros se llevaran la corona y la fama.
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Por supuesto que Lucas Vázquez también ha tenido sus momentos de protagonismo, no ha sido solo un jugador disciplinado que aceptaba cualquier puesto y función que le asignase el entrenador de turno dando todo lo que tenía, cosa, por otra parte, de un incalculable valor en una plantilla. El penalti en la final de Milán ante el Atlético, el que provocó ante la Juve en el Bernabéu, una eliminatoria de Champions ante el PSG, la remontada en un Clásico ante el Barça son algunas imágenes de Lucas que recordarán los aficionados entre la multitud de títulos que ha ganado. Pero quédense también con la imagen del tipo que anima a sus compañeros en la derrota, ejerciendo de capitán y algo más.
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