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Saboreando el Mundial de Messi

Constante. A los que decían que el fútbol le debía un Mundial a Messi, otros contestaban que el fútbol no le debe nada a nadie. Pero finalmente lo ganó porque nadie lo ha perseguido más que él. Dieciséis años desde que debutó en Alemania 2006, y 26 partidos ha jugado hasta conquistarlo. Zoff y Di María, sus perseguidores, tardaron doce. Messi merece saborearlo. Ha tenido sus debilidades, claro. En 2016, cansado de perseguir el sueño y de perder finales tres años seguidos (Mundial, en 2014; y Copa América en 2015 y 2016) anunció que lo dejaba. Entonces, un chaval de quince años le escribió una carta por Facebook para que se lo pensase. Eso sí, le ‘advirtió’: “Si te quedas, que sea para disfrutar”. Messi se levantó y lo volvió a intentar. Su tiempo parecía haber pasado. Ya no era el Messi tan apabullante que quería, y que podía, ganar solo un buen puñado de partidos.

Talento. Así que para ganar con Argentina con 34 y 35 años, Messi se ha reinventado como hizo alguna otra vez en su carrera. Aunque durante años no le hizo tanta falta utilizarlo, otro de sus talentos escondido ha sido conocer perfectamente las habilidades de su compañero. A quién filtrarle un balón porque va bien al espacio (el gol de Nahuel), a quién tirarle una pared (Di María), o por quién darse (o ahorrarse) una carrera. Sus compañeros se lo han creído, lo que ha desterrado las supuestas dudas que, por desconocimiento, había sobre su liderazgo. Pero una de las claves de esta historia está en aquella carta que le escribie- ron para que no se marchase de la selección en 2016. Durante muchos años, Messi vio en el Mundial la única posibilidad de que el fútbol en general, y Argentina en particular, le pusiese a la altura de Maradona. Ganar por obligación, como si le amenazase una guillotina, nunca le llevó a nada bueno. De ahí ese episodio de frustración extrema que le llevó a anunciar su adiós y que tuvo una réplica de club en aquel burofax que le mandó al Barça un año antes de irse. Messi se tomó este Mundial en paz consigo mismo y el éxito le cayó del cielo. Cuentan que lloró leyendo un texto de Hernán Casciari (“la valija de Lionel”) en el que el escritor habla de un “hombre sencillo en la cima del mundo”. En realidad, Messi ha sido todo lo contrario a sencillo. Complejo como cualquier genio. Pero también ha sido muy humano porque le ha puesto un corazón enorme y ha terminado, como Maradona y Pelé, a hombros de sus compañeros y agarrado a la Copa del Mundo. El chico de la carta de Facebook, por cierto, era Enzo Fernández. El domingo fue campeón al lado de Messi.