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Rubiales ha ido dejando muchas miguitas

Llegó Rubiales a Barajas y le echaron el guante con tanta diligencia que casi se equivocan de alopécico. La UCO y la juez van reuniendo miguitas que el hombre ha ido dejando a lo largo de su más turbulento que prolongado paso por la Federación. Muchas miguitas. Lo propio de un hombre audaz que se ha sentido impune porque, lamento insistir, el CSD le hizo sentir así. Ahora todo se le vuelve en contra. El silencio cómplice en el que se desenvolvió se está convirtiendo en un reguero de fichas que caen sobre otras, y este es el momento en que aún no sabemos dónde parará eso. La próxima ficha que tiembla es Piqué, en cuyas cuentas ya hurgan.

Entre tanto, su delfín Rocha sigue impávido, a lo suyo, tejiendo su estrategia de sucesor aupado en esa sociedad de auxilios mutuos que constituyen los presidentes de las regionales, sin cuyo consenso nadie puede acceder al cargo. No se me ocurre otra forma de romper ese nudo que una intervención de la FIFA, al modo de la que realizó en Argentina en 2015, cuando la sucesión del semieterno Grondona (35 años en el cargo) provocó una zapatiesta de muy señor mío. No hay aquí espacio para entrar en detalles de lo que fue aquello, pero pienso que nuestro embrollo, con Miguel Galán metiendo demandas fundadas a cada paso, no es menor.

Me preguntan si peligra nuestro Mundial 2030. No creo. España es el centro del tablero en la operación con Portugal y Marruecos y la FIFA no va a cambiar esta decisión, ligada a Arabia 2034. Ahora estamos bajo una nube negra, pero hemos tenido una buena noticia: el juez único del caso Sarr fue mucho más sensato que el árbitro, se hizo un avioncito con su incendiaria acta, forzó los artículos sancionadores hasta descoyuntarlos y dejó el castigo en dos partidos. A pesar de los jefes, en esa casa hay gente seria y trabajadora que consigue el milagro de que cada domingo se jueguen 50.000 partidos en España con dos equipos, un árbitro y un balón.