Real Madrid CF vs Boston Celtics
La disponibilidad de unos abonos familiares me ha devuelto al baloncesto. Creo que no iba con tanta asiduidad desde la liga de Djordjevic en el Raimundo Saporta. 500 pesetas para socios en un fondo. En mi continua contradicción vital prefiero llevar a mis hijas al basket que al fútbol. ¿Qué será lo siguiente? ¿Jugar al pádel? ¿Matricularlas en el Ramiro de Maeztu? No soportó la superioridad moral de los que odian el fútbol pero tengo que admitir que el ambiente del Palacio es más amable para niños. Salvo que sigan insistiendo con el videoarbitraje… vaya plaga.
Volviendo al Saporta, recuerdo aquellas temporadas de zozobra. Un equipo mediocre, con descartes del Barça como Alain Digbeu. No sé por qué me acuerdo de este jugador. El club llegó a una conclusión muy coherente. Aquello no podía ser. O se aspiraba a lo máximo o había que quitar la sección. El proyecto resucitó con temporadas exitosas y Ante Tomic se fue a Barcelona. Vi recompensado lo de Digbeu.
Pero leo un titular que celebra que unos canteranos del Real Madrid vayan a ser elegidos en el draft. Desde aquel año en el Saporta han pasado muchas cosas. Y 25 años. El Real Madrid se ha afianzado como la primera entidad deportiva del mundo. Los europeos son habituales en la NBA, los españoles también y somos la liga argentina del mundo, haciéndonos de los Dallas Mavericks porque juega Doncic. Me parece una vergüenza que el Madrid admita esto como inevitable. Entiendo que los jugadores se vayan. Lo que no comprendo es que el Real Madrid se quede.
Los aficionados de verdad al baloncesto, no los intrusos como yo, odiarán mi reflexión. De hecho mi hermano, el propietario de los abonos, es de esos que dice que el buen baloncesto es el de la Euroliga. Sé que proteger a los equipos de Burgos, Manresa, Badalona, Tenerife… es lo decente. Y que la Euroliga es un gran espectáculo. Pero me doy vacaciones morales con esto. No entiendo que el Real Madrid no se plante ya y lidere una conferencia europea dentro de la NBA.