OPINIÓN

Pues resulta que no era por Mbappé

Pues resulta que no era por Mbappé
JESUS ALVAREZ ORIHUELA
Luis Nieto
Director adjunto. Licenciado en CC de la Información por la U. Complutense y máster en Transformación Digital y Estratégica (EOI), inició su carrera en el Diario Ya. Trabajó El Independiente y Diario 16. Llegó a AS en 1996. Ha ejercido las funciones de jefe de fútbol, redactor jefe, subdirector, director de la página web y director de Información.
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El caso. Valverde jugó 72 partidos y 6.676 minutos la temporada pasada, más que ningún otro futbolista en el mundo. Tampoco había faltado a ningún encuentro este curso ni con el Madrid ni con Uruguay. Así que no hubiese extrañado que Xabi Alonso le hubiera dado descanso en Almaty, ante un rival de tercera fila, como también hizo con otro exprimido, Carreras, si no fuera porque venía jugando mal, porque compareció ante la Prensa el día anterior (es costumbre que quien lo hace sea titular), porque proclamó que no le gusta ser lateral temiéndose que podían ponerle ahí, porque se escaqueó del calentamiento y porque, después, no jugó ni un minuto.

Un mal año. Hubo, pues, una cantidad ingente de indicios que dieron que pensar que funcionó el principio de acción, del uruguayo, y de reacción, de su entrenador. Lluvia fina sobre un asfalto que había mojado ya Vinicius poniendo malas caras al mal tiempo. Se diría que parte de la plantilla del Madrid vive aún en el paraíso del doblete Champions-Liga de 2024, tiempo de vino, rosas, Kroos y Cibeles. Pero el equipo no viene de ahí, sino de una temporada en blanco, de repetidos fracasos ante el Barça, de pinchazos dolorosos ante los grandes en España y Europa y, finalmente, del peor resultado en un derbi en siete décadas.

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El crack. Los gestos de desaprobación vienen de futbolistas que han caído en picado y pierden privilegios. La historia dice que funcionan mejor en el club los mediadores que los ‘metodistas’, pero es legítimo acudir a estos cuando aquellos fallan. Gran parte del éxito de Luis Enrique en el PSG fue agrandar el equipo a base de encoger a las estrellas. Incluso de prescindir de algunas de ellas. Y no metan a Mbappé en ese saco, porque nunca hubieran querido perderle en París. Y tampoco se le mire en Madrid como un elemento de distorsión. Él, en máximos, sostiene a quienes están en mínimos, esos a los que Xabi tiene derecho a mandar un aviso.

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