Para que Ancelotti mire más al Castilla
Curioso partido esta semifinal del Mundial de Clubes, resuelto por el Madrid con una goleada que servirá para espantar el pesimismo… si tiene la continuación esperable de una victoria el sábado en la final. Un 4-1 es un resultado estupendo, y si a eso le sumas un penalti fallado y uno mandado al limbo por la combinación árbitro-VAR podría dar la impresión de que el partido fue un paseo, pero no hubo tal. El Al Ahly, recibido de uñas en el Moulay Abdellah de Rabat por cuitas previas en la Copa de África, tuvo ratos buenos en los que pareció capaz de complicarle la vida al Madrid y mostró un atacante estupendo en el extremo diestro Elshahat.
Ancelotti montó esta vez la media con Modric-Tchouameni-Kroos, y sólo el primero de los tres estuvo bien, yendo incluso a más según avanzaba el partido. A Camavinga le tocó pasar el mal trago de Elshahat y ahí se vio que lo suyo no es el lateral. Por lo demás, el Madrid buscó como siempre atacar por Vinicius, que, fuera del ambiente sofocante que se ha creado en España, no tuvo líos, abrió el marcador y provocó los dos penaltis, el que no y el que sí. Cerca de él se movió bien Rodrygo, que tuvo el premio del tercer gol. Cuanto más centrado juega, mejor rinde, de ahí que haya sido un acierto optar finalmente por él cuando falta Benzema.
Para redondear la noche feliz, Ancelotti se decidió a darle el minuto final al canterano Sergio Arribas y éste lo aprovechó para marcar con un zurdazo ajustadísimo. A ver si eso anima al italiano a tirar más del Castilla para emergencias, porque hasta ahora se resiste demasiado, único defecto que le veo. El sábado, de nuevo a las 20:00, final con un equipo de nombre parecido a este, Al Hilal, de Arabia Saudí, que dio la campanada al eliminar al Flamengo chafando la mitad del que casi todos hubiéramos querido para ese día, pero el fútbol de clubes se iguala ya en todo el mundo menos en Europa, una aspiradora que absorbe a los mejores de cualquier parte.